Almendras amargas
Habíamos perdido casi la memoria de aquellos tiempos en que acudíamos a las ondas extranjeras para enterarnos medianamente de cuanto sucedía al sur de los Pirineos. Según las informaciones controladas que nos servían, aquí todo iba bien, y seguían con normalidad las peregrinaciones jacobeas y las inauguraciones de los pantanos del Caudillo, que tanto se preocupaba por la España seca como de tenernos lejos de masones, judíos, liberales, demócratas, comunistas y otras gentes de mal vivir. Algunos recordamos aquella época con acritud. Una acritud quizás mayor por la dificultad que entrañaba localizar en la radio una sintonía clara de la BBC o de Radio París, que nos llegaba envuelta en intencionadas interferencias. Aquello se acabó, y nuestros vástagos suelen hacer alguna alusión al abuelo Cebolleta de las batallitas cuando la conversación gira en torno a ese o parecido tema. Aunque la ocultación, el silencio, la manipulación de las informaciones, y de la realidad social y política de nuestro entorno de entonces, todavía nos saben a almendras amargas.
La destartalada e irregular climatología de las últimas semanas ha provocado la casi desaparición de la cosecha anual de la almendra dulce, por excelencia turronera, según apuntan y lamentan los confiteros industriales de la comarcas sureñas del País Valenciano. Los sucesos de las últimas semanas no nos quitaron del paladar el gusto de las almendras amargas, en especial en el ámbito de las informaciones.
El 11 de marzo, ante la consternación y la desinformación tuvimos que acudir de nuevo a los viejos métodos y buscar las emisiones de nuestros vecinos europeos por ver de enterarnos de qué es lo que aquí estaba pasando. Hoy en día las antenas parabólicas y otros sofisticados métodos audiovisuales o cibernéticos facilitan la tarea. A primeras horas de la tarde de ese aciago día, expertos en terrorismo indicaban en televisiones estatales europeas que todos los indicios apuntaban a un fundamentalismo asesino, distinto al de ETA. Detallaban desde el lugar donde llevaron el horror hasta la manera de llevarlo a cabo. Los comentaristas, en mesas redondas y en emisiones especiales, apuntaban que si se confirmaba la autoría del fundamentalismo, Aznar tendría el viento en la proa y no en la popa en las elecciones que debían tener lugar el domingo siguiente. Y ese viento en la proa dificultó la navegación de Aznar -o Rajoy que tanto da-, el domingo 14.
Pero aquí prevaleció, y sigue prevaleciendo, el sabor de las almendras amargas. Tras las elecciones,ni examen de conciencia ni dolor de los pecados informativos. Y eso a pesar de que en el amplio abanico de la derecha conservadora, y ultraconservadora, hay tanta gente piadosa como los escribas y fariseos que se acercaban al Maestro de Nazaret. Y para participar en análisis y comentarios en torno al infausto 11 de marzo hay que recurrir, de nuevo tras las elecciones, a los programas especiales de las antenas parabólicas. Se tropieza entonces en uno de esos programas con el mozalbete hispano hablando lengua extranjera afirmando con rotundidad que,en las elecciones del 14 de marzo, la ciudadanía más que elegir a Zapatero lo que había hecho era no elegir a Aznar -o Rajoy- que venía a ser lo mismo.
Así que, por estos pagos valencianos, seguimos con las almendras amargas, el agua no declarada para el golf, las tómbolas informativas, la parabólicas y lo que sea.
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