Andalucía: región de izquierdas e ideología
Desde 1977 hasta la actualidad, los andaluces han sido llamados a votar en veintisiete ocasiones: en nueve elecciones generales, siete autonómicas, siete municipales y cuatro europeas. Veintisiete años con veintisiete consultas electorales constituyen un periodo considerable de experiencia política para intentar analizar en contexto, a pesar del carácter extraordinario de los procesos electorales del 2004, los resultados de las dos elecciones del pasado 14 de marzo en Andalucía.
En el periodo 1977-2004, las elecciones legislativas son las que han presentado, en términos generales, mayores porcentajes de participación electoral en Andalucía (con una participación media del 74%, muy próxima a la registrada en el conjunto de España), seguidas por las autonómicas (69%), municipales (65%) y europeas (62,4%). Dentro de este marco, las consultas autonómicas en la región se configuran, en contraposición al resto de España, como elecciones de segundo orden. Esta particularidad deriva, en parte, de la coincidencia de cuatro de las siete elecciones autonómicas celebradas en Andalucía con las legislativas (los procesos electorales de 1986, 1996, 2000 y los últimos del 2004), de tal forma que las segundas tendrían como efecto aumentar los porcentajes de participación en las de ámbito regional.
Mientras la mayoría del electorado se ubica en la izquierda, sitúa al PP en el 7,50 (sobre 10) de la escala ideológica.
Contrasta la valoración positiva de Chaves, con el rechazo que despierta en Andalucía Martínez, la candidata del PP
El PSOE ha ganado las 27 consultas electorales celebradas en Andalucía desde 1977, salvo las municipales de 1979.
La evolución de la participación electoral en las ocho elecciones legislativas celebradas desde 1977 hasta el año 2000 muestra que ésta ha experimentado grandes fluctuaciones tanto en España como en Andalucía. En este sentido, los ciudadanos de nuestra comunidad y los españoles en general, han mostrado un mayor interés en acudir a las urnas en las elecciones críticas o de cambio (los procesos electores de 1977, 1982, 1993 y 1996) que en las consultas de continuidad, en las que no se contemplaba la posibilidad de un cambio de gobierno. En este contexto, el 76% de participación electoral registrada en las pasadas elecciones del 14 de marzo en Andalucía es una participación alta, pero no excepcional, en la medida en que reproduce la pauta general, ya observada en consultas electorales precedentes, de una mayor movilización ciudadana en los procesos electorales competitivos a nivel nacional.
Característica particular del comportamiento electoral andaluz con respecto al resto de España ha sido la opción mayoritaria de los andaluces por las formaciones políticas de izquierda. En este sentido, el PSOE ha ganado, desde el año 1977, todas las consultas electorales celebradas en la región, con la sola excepción de las elecciones municipales de 1979. Desde principios de los años noventa y hasta las pasadas elecciones legislativas, se había registrado, no obstante, una tendencia al descenso del apoyo electoral del PSOE y progresivo aumento de la fuerza electoral del PP en la región. Con todo, podemos destacar como una característica del electorado andaluz los niveles relativamente bajos de volatilidad electoral agregada de tal forma que la mayoría de andaluces suele votar al mismo partido político en elecciones sucesivas.
Con una participación electoral relativamente alta, las dos consultas electorales del pasado 14 de marzo han vuelto a confirmar, aunque también a reforzar, la preferencia mayoritaria de los andaluces por el PSOE: con un porcentaje de voto socialista cercano al 51% en las elecciones autonómicas, el partido ha vuelto a revalidar en la región los resultados de las primeras consultas autonómicas de 1982. Por el contrario, estos comicios han representado un mal balance para el resto de fuerzas políticas en la región, especialmente para el PP, que retrocede en popularidad a la situación en la que se encontraba a principios de los años 90. Los resultados de los dos procesos electorales del 14 de marzo han vuelto a reproducir una pauta habitual en el comportamiento electoral andaluz: en Andalucía, ambas formaciones políticas, el PSOE y el PP, tienden, en líneas generales, a conseguir mejores resultados en las elecciones legislativas que en las autonómicas; por el contrario, el apoyo electoral de IU y el PA es mayor en las consultas regionales que en las nacionales.
No obstante, con la victoria del PSOE no se ha producido un vuelco electoral en Andalucía. Las diversas estimaciones de voto desde hace tiempo venían anunciando que el PSOE volvería a ganar en Andalucía, con previsiones de mayoría absoluta en las consultas autonómicas, si bien el porcentaje de votos obtenido por el PSOE ha superado con creces los pronósticos electorales realizados con anterioridad al 11-M. En este sentido, el apoyo del gobierno español a la intervención militar en Irak y los ataques terroristas del 11-M parecen haber reforzado la preferencia mayoritaria de los andaluces por las formaciones de izquierda: con un voto de castigo al PP, el voto útil de izquierdas ha beneficiado al PSOE y perjudicado al resto de fuerzas políticas que no tenían posibilidad de privar al PP de la legitimidad que le supondría obtener mayoría de votos, con o sin mayoría absoluta de los escaños en el Congreso, para la continuación de su política.
La preferencia mayoritaria de los andaluces por el PSOE: ¿por qué gana siempre el PSOE en Andalucía?. A diferencia de lo que ha sucedido a nivel nacional, en el que se ha producido alternancia de gobierno en tres ocasiones (en 1982, 1996 y 2004) en Andalucía a lo más que se ha llegado durante estos años es a una erosión del apoyo mayoritario del PSOE con la pérdida de la mayoría absoluta de los escaños en el Parlamento autonómico (tras las consultas autonómicas de 1994, 1996 y 2000). No obstante, la mayoría de los españoles en general, como de los andaluces en particular, se han auto-ubicado tradicionalmente en las posiciones moderadas del centro-izquierda de la escala ideológica. Desde 1982 hasta principios de los 90, la victoria electoral del PSOE se ha intentado explicar por la ideología mayoritaria de izquierdas de los españoles: estos votaron, en su mayoría, durante cuatro elecciones consecutivas al partido que consideraban más próximo a sus propias ideas, otorgándole la mayoría absoluta de los escaños en el Congreso, a excepción de las consultas generales de 1993. En 1993, los escándalos de corrupción y la crisis económica por la que atravesaba el país privaron al PSOE del respaldo de la mayoría absoluta de los diputados, cuando la mayoría de las encuestas daban la victoria al PP. Finalmente, en 1996, tras catorce años de gobierno socialista, se produjo la alternancia en el gobierno aunque con mayoría relativa del PP. La derrota electoral del PSOE fue interpretada como un voto de castigo del electorado de izquierdas.
En las elecciones del 2000, con la victoria del PP por mayoría absoluta de los escaños, parecía haber cambiado el comportamiento electoral de los españoles: la mayoría del electorado seguía definiéndose de izquierdas pero había votado a un partido que, en la opinión de los ciudadanos, continuaba siendo de derechas (en estos momentos, le daban una posición de 7,50 en la escala ideológica). En el momento de explicar la victoria del PP en las elecciones generales del año 2000, se habló del declive del voto ideológico y del ascenso entre el electorado de un voto de opinión, vinculado a la valoración de la situación económica y política del país. De esta manera, una proporción significativa de españoles, aunque ideológicamente más próximos al PSOE, decidieron votar al PP en las elecciones legislativas del 2000 en el convencimiento de que éste hacía mejor las cosas.
En este sentido, la expresión "España va bien" ha reflejado con claridad la vinculación de una parte significativa del electorado popular con el partido: éstos lo han votado en el convencimiento de que "con el PP, España va bien". Se trata en todo caso, de un apoyo condicional que se mantiene en la medida en que persista la convicción de la buena marcha del país y que desaparece tan pronto como descienden las valoraciones positivas de la situación española.
En contraposición, el lema "España va bien" apenas si ha tenido efecto en la decisión de los andaluces en el momento de acudir a las urnas. Así, ni en la antesala de las elecciones del 2000 ni en las del 2004, antes de que se produjesen los ataques terroristas del 11-M, los logros económicos y políticos del PP tuvieron ni parecían que tendrían efecto significativo alguno sobre un electorado de izquierdas que suele a votar al partido que mejor representa sus ideas, con independencia de que éste pueda hacer mejor las cosas. El Estudio General de Opinión Pública de Andalucía, de enero del 2004, mostraba que aunque una proporción significativa de andaluces de izquierda, ya estuvieran ideológicamente próximos al PSOE o a IU, tenía una buena opinión formada sobre la actuación del Gobierno nacional, manifestaba de nuevo su convicción de votar al partido por el que tradicionalmente lo había hecho. De esta forma, entre el electorado andaluz ha predominado siempre un voto ideológico, vinculado a su tradición ideológica de izquierdas y que proporciona estabilidad al comportamiento electoral.
Este voto ideológico entre el electorado andaluz se vio reforzado en las últimas elecciones autonómicas por la valoración también positiva de la actuación del gobierno autonómico de Chaves en los últimos años, por una percepción bastante negativa de la actuación del PP en la oposición en Andalucía y por el rechazo que despierta la candidata del PP en Andalucía, que tradicionalmente figura entre los líderes políticos andaluces peor valorados. Finalmente, los ataques terroristas y la situación de crispación política posterior, tendieron a reforzar, que no alterar, la preferencia mayoritaria de los andaluces por las formaciones políticas de izquierda. Con un voto de castigo al PP, el voto útil de izquierdas finalmente benefició a la única formación con posibilidad de formar gobierno: el PSOE.
De esta forma, a diferencia de lo que le ocurre al PP, el PSOE dispone de un techo "ideológico" en Andalucía que lo protegió frente a un vuelco electoral en 1993, 1996 y 2000, y le ha hecho recuperar, tras la situación de crispación política, el voto de la izquierda en los procesos electorales del 2004.
En el ámbito nacional, este "techo ideológico" protegió al PSOE de la derrota electoral en 1993 y ha logrado que el partido pueda pasar, ante la volatilidad del electorado popular, de la oposición al Gobierno de la nación derrotando, por primera vez, en la historia electoral española, a un partido que contaba con el respaldo de la mayoría absoluta de los Diputados. Con todo, la mayoría de los andaluces y los españoles confiesa que tiene por pauta habitual votar al mismo partido en elecciones sucesivas, y es una minoría del electorado, anónima, volátil pero privilegiada, la que decide el vuelco o la continuidad de los resultados de una consulta.
Carmen Ortega Villodres es profesora de Comportamiento político, partidos y grupos de presión en la Universidad de Granada.
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