El discreto encanto de las materias primas
En diciembre de 1998, el precio del barril de crudo brent se situó en uno de sus niveles mínimos de los últimos 30 años, unos diez dólares. Un año y medio después, junio de 2000, se había triplicado. En ese periodo, un fenómeno que tan determinante fue para las economías occidentales en los años setenta, apenas mereció un titular de prensa. Todo el mundo estaba absorto en las ventajas e incrementos de productividad de la nueva economía. La escalada siguió tres meses y, cuando en septiembre el precio superó los 36 dólares por barril, ya sólo quedaban otros tres meses para que la economía de EE UU comenzara su última recesión.
Desde entonces, los precios del barril se han acercado en dos ocasiones a ese nivel máximo: hace un año, coincidiendo con la guerra en Irak, y el lunes, en que alcanzó los 36 dólares.
El incremento de los precios del crudo es la visión epitomizada de lo que sucede con los de las materias primas ( desde hace dos años, han aumentado en dólares un 40%). Ante tales subidas podría pensarse en un resurgir de la inflación. Nada de eso. La depreciación del dólar frente al euro ha hecho que, cuando los cálculos se hacen en esta moneda, el precio de las materias haya bajado y el del crudo esté en el mismo nivel. Quienes quieren tranquilizarse hacen los cálculos en derechos especiales de giro, la vieja cesta de monedas del FMI, y así reducen el aumento de precio al 15%.
El impacto, por tanto, sobre fondos que invierten en valores de empresas dedicadas a la explotación y procesado de las materias primas también depende de la moneda en que se calcula su rentabilidad. En España, estos fondos no son muy comunes, y además no están autorizados los que invierten directamente en materias primas, una posibilidad que deja abierta en teoría la nueva Ley de Instituciones de Inversión Colectiva.
Estos fondos invierten en empresas relacionadas con la explotación de metales preciosos, petróleo y otras materias primas o energía. Las rentabilidades de los que operan en metales preciosos alcanzan, para los tres últimos años, niveles estratosféricos.
En el encarecimiento de las materias primas ha tenido un papel clave el aumento de la demanda propio de la fase expansiva del ciclo en el que estamos, con una especial incidencia del fuerte crecimiento de China que está demandando de manera insaciable acero, cobre y carbón. Otro factor de peso es las compras especulativas realizadas por hedge funds especializados en materias primas: se supone que ellos jugaron un papel relevante en la subida que tuvo el precio del petróleo en vísperas de la guerra en Irak. Finalmente, la amenaza de que se produzcan cuellos de botella en el suministro (escasez de nuevas explotaciones e, incluso, de barcos para transportarlas) hace que el precio vaya, seguramente, a seguir subiendo.
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