Religión, religión y religión
Boquiabiertos nos quedamos a medida que vamos conociendo con detalle los contenidos conceptuales de la nueva asignatura bautizada cínicamente con el nombre de Sociedad, Cultura y Religión.
Nuestras autoridades, en plena connivencia con la Conferencia Episcopal Española, han diseñado una macro historia de la religión que ha de ser entregada por fascículos a todos nuestros niños y niñas, desde la educación infantil hasta llegar al primer curso de Bachillerato.
A nadie se le escapará ya la importancia de "Dios como ser supremo y trascendente", nadie dudará que el ser religioso busca la salida del infame caos (que curiosamente la Administración competente traduce por muerte (?) para aceptar la armonía de un universo evidentemente ordenado (¿acaso alguien lo dudó alguna vez?) por el Dios supremo de las religiones monoteístas, ninguno de nuestros alumnos y alumnas osará crecer sin saber que ser religioso aporta "seguridad y bienestar para el desarrollo de las personas".
Además, debe ser como gesto magnánimo de libertad y tolerancia, se les dará a conocer que algunas personas padecen un extraño "fenómeno" como es la "increencia" religiosa. También esta asignatura permitirá al alumnado conocer el ateismo... en el mismo núcleo temático en el que se les explicará el totalitarismo y el holocausto, curiosamente. ¿Quién podría quejarse?
Estamos ante un timo, simplemente. Detrás del nombre de la asignatura no hay nada más que el empeño por someter a todo el alumnado a la enseñanza religiosa.
En el sistema educativo anterior la asignatura de los que no optaban por la religión se llamaba "alternativa", ahora podemos tranquilamente decir que nos hemos quedamos sin alternativa a esta materia. Y cuando uno se queda sin alternativas es que no tiene elección: religión o religión: no importa cual. A fin de cuentas todas las religiones acaban pareciéndose ¿o no?.
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