Peligro a la vista
El cuerpo electoral puede ser considerado como el juez que dicta una sentencia mediante la cual se resuelve un enfrentamiento entre diversos litigantes. La sentencia dictada es inapelable aunque no firme, ya que puede y tiene que ser revisada por el propio cuerpo electoral cuatro años más tarde como mucho. Dicha sentencia tiene que ser interpretada por los grupos parlamentarios que se forman con base en los resultados electorales inmediatamente después de la constitución del Parlamento. En la interpretación del mandato emanado de las urnas es en lo que consiste la vida política en toda democracia digna de tal nombre, que, justamente por eso, no es únicamente la regla de la mayoría, sino el diálogo permanente entre la mayoría y la minoría, al que sí se pone fin mediante una decisión mayoritaria. La democracia no puede operar sin la regla de la mayoría, pero no puede reducirse a la regla de la mayoría. La regla de la mayoría es el punto de llegada del debate parlamentario entre mayoría y minoría y no el punto de partida que yugula el debate.
El PSOE andaluz va a empezar la legislatura sin oposición parlamentaria con credibilidad como alternativa
Causa un cierto sonrojo tener que repetir esta obviedad, pero, tras la experiencia de esta última legislatura, creo que no está de más hacerlo. En buena medida ha sido la brutalidad del Gobierno del PP y de su mayoría absoluta parlamentaria en el ejercicio del poder la que ha ahogado casi hasta la asfixia la vida parlamentaria en España y la que explica en buena parte la reacción del pueblo español en las urnas el 14-M. La sensación de alivio con que han sido acogidos los resultados electorales, incluso tras una tragedia tan extraordinaria como la del 11-M, es la sensación de quien siente que vuelve a respirar en condiciones de normalidad.
El PSOE andaluz, dada la contundencia del resultado de las elecciones en nuestra comunidad autónoma, debería reflexionar sobre lo ocurrido en esta pasada legislatura y sobre la valoración que han hecho los ciudadanos de la misma. Su mayoría absoluta va a ser más absoluta de la que ha tenido el PP en España en estos últimos cuatro años y es, además, una mayoría que se suma a veintiún años de mayorías, doce de ellos absoluta. La sentencia dictada por el cuerpo electoral lo ha situado en una posición envidiable, pero, precisamente por eso, es más que probable que los ciudadanos sean extremadamente exigentes a la hora revisar la sentencia que acaban de dictar. Y cuatro años son largos y cortos al mismo tiempo. Largos para cometer errores y cortos para recibir el castigo.
Una de las cosas que el PSOE no debería olvidar es que, aunque haya obtenido algo más del cincuenta por ciento de los votos válidamente emitidos, no llega a tener el cincuenta por ciento del censo electoral. Esto último es algo casi imposible de alcanzar en una democracia normalizada. Por muy alto que sea el porcentaje de votos que se reciba, casi nunca un partido llega alcanzar la mayoría absoluta del censo electoral, lo que quiere decir que siempre hay más ciudadanos que no han votado al Gobierno, por muy absoluta que sea su mayoría parlamentaria, que ciudadanos que lo han votado. Un Gobierno siempre es minoritario respecto de la sociedad que no lo ha votado, auque sea mayoritario respecto de los demás partidos. No se debe confundir mayoría absoluta parlamentaria con mayoría absoluta social. Son dos magnitudes que tienen una cierta relación, pero que son distintas. Cuando esto se olvida, el riesgo que se corre es altísimo. Pensar que se puede dirigir políticamente la sociedad como si ésta fuera idéntica con la composición de la mayoría y minoría parlamentarias, es un error gravísimo. Es el que ha cometido el PP en esta pasada legislatura. Y es el que puede cometer el PSOE andaluz en ésta.
Dada la situación en que han quedado los demás partidos políticos y en particular el PP, la tentación puede ser grande. El PSOE no va a tener prácticamente oposición, al menos en el comienzo de la legislatura. El cierre de filas que se ha producido en el interior del PP es más aparente que real. Una derrota de la magnitud de la que ha experiementado el PP no puede darse por resuelta de la forma en que se ha pretendido hacerlo esta semana. Puede que orgánicamente la dirección actual del PP todavía tenga un cierto recorrido, pero políticamente ya no lo tiene. Los electores la han desahuciado. Y esta sentencia no es ni siquiera revisable. Teófila Martínez ya no despone de ninguna otra oportunidad. Lo sabe ella y lo sabe todo el PP. Será sustituida dentro de unas semanas o dentro de unos meses, pero tendrá que ser sustituida. Y mientras esto no ocurra, el PP estará materialmente descabezado.
El PSOE andaluz va a empezar la legislatura sin oposición parlamentaria con credibilidad como alternativa. Y en estas circunstancias es fácil que se confunda y que caiga en la tentación de creer que sus soluciones para los problemas coinciden con las que quieren los ciudadanos. El contraste con la oposición es el mejor instrumento de verificación de la validez de las propias decisiones políticas. Es mediante la superación de las críticas verbales y de los obstáculos institucionales de la oposición ante el tribunal de la opinión pública, como un Gobierno tiene más garantía de acertar con lo que la opinión pública espera de él.
O dicho de otra manera: es mucho más difícil gobernar sin oposición que con ella. Entre otras cosas, porque el trabajo de la oposición legitima la acción del Gobierno. Legitimarse sin oposición no resulta nada fácil. Toda sociedad tiene que defenderse frente al poder, que no es un bien deseable, sino un mal necesario. Y cuando fallan los mecanismos institucionales, se encuentran otros, difusos, pero mucho más peligrosos, porque son imprevisibles. Cuanto más tiempo se lleve en el ejercicio del poder, más probable es que esto ocurra.
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