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Columna
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Miserias

Hay un sector del PP, y afines, que siguen empeñados en atribuir el resultado de las elecciones generales y autonómicas al 11-M. No que haya influido que, lógicamente como cualquier acontecimiento que repercuta en la sociedad incide, sino que subordinan el resultado a estos asesinatos. Sin los asesinatos no habría ganado el PSOE ni el PSOE-A. De entrada es miserable. De salida también. Y es miserable porque quieren esconder sus miserias atribuyéndolas a los demás. Es decir, a los ciudadanos, que son los que han votado por los motivos que han entendido y que son suyos, que son medio gilipollas. Es decir, a los ciudadanos que no se enteran. Que ellos están para que se enteren y que, si se va Aznar es porque no nos enteremos, además de ser cobardes y miserables. Nada de autocrítica. Tenía que ganar Rajoy. Lo manda Aznar y Rajoy es bien mandado, como admitió en su despedida cuando dijo: "Estoy orgulloso de haber estado a las órdenes de Aznar". Una forma de hablar que muestra que, durante mucho tiempo, el mando exige obediencia en todo caso.

Una forma que quiere hacernos olvidar, y que comulguemos con ruedas de molino, que se ha ordenado una guerra desde las Azores y no desde el Parlamento de España. Que se ha dado la espalda a los ciudadanos que han dicho que no a la guerra y sí a limpiar las playas. Y que quiere que se olvide que todos estos actos de mando quedan en el ánimo de los votantes, que no admiten obediencias con mentiras. Como tampoco se olvida que algunos se iban de caza y que nadie dimitía por el Prestige, ni Gescartera, ni Fabra y sigue recordando como a Villalonga le ha aprovechado su pupitre y como estos mismos, que tanto hablan, se ayudaron de los tránsfugas para repetir elecciones en Madrid.

Son comportamientos que hacen que los ciudadanos tengan los ojos bien abiertos al echar la papeleta y no obedezcan ciegamente a lo que les ordene un Fraga cada vez más joven o el suegro de Agag.

Si en lugar de poner en tela de juicio la decisión de muchos ciudadanos, pusieran en tela de juicio su forma de gobernar con mentiras, el resultado hubiera sido menos aplastante a nivel del Estado. Lo de que la señora Martínez podía ocupar la presidencia en Andalucía, cuando menos es una tomadura de pelo.

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