España pierde a 12 personas
Dos periodistas y 10 militares muertos desde el inicio de la guerra
Doce españoles han muerto en Irak desde que el 20 de marzo de 2003 el Ejército de EE UU lanzara su primer ataque definitivo contra el régimen de Sadam Husein. Periodistas y militares, sus muertes no han dejado en ningún caso indiferente a la sociedad española.
Julio Anguita Parrado, enviado especial del diario El Mundo, fue la primera víctima mortal española en la guerra de Irak. Se encontraba el 7 de abril de 2003 en el centro de mando que el Ejército de EE UU tenía instalado en las cercanías de Bagdad cuando los iraquíes dispararon un misil contra las instalaciones. Anguita realizaba su trabajo integrado en la 2ª Brigada de la III División de Infantería de EE UU. Apenas 24 horas después moría el cámara de la emisora de televisión Tele 5 José Couso, cuando resultó alcanzado por el disparo de un carro de combate estadounidense mientras tomaba imágenes desde su habitación en el hotel Palestina de Bagdad, que albergaba a la prensa internacional. La muerte de Couso, apenas un día antes de la caída de Bagdad, provocó una gran polémica en España y en Europa. El mando militar estadounidense aseguró que había francotiradores iraquíes en el Palestina y por tanto los cámaras pudieron ser confundidos con éstos. Los periodistas alojados en el hotel lo negaron y mostraron numerosas grabaciones de los momentos previos al disparo contra el hotel de la prensa.
El primer militar español muerto en Irak paradójicamente no formaba parte del contingente español ni trabajaba en una misión militar. El capitán de navío Manuel Martín Oar tenía una larga experiencia acumulada trabajando para Naciones Unidas y en la tarde del 19 agosto se encontraba en el hotel Canal, la sede de la ONU en Bagdad, a cuyo equipo se había incorporado en mayo. Una hormigonera repleta de explosivos accedió hasta un lateral del edificio y estalló. En total murieron 24 personas, entre ellas el representante de la ONU en Irak Sergio Viera de Mello.
El asesinato de José Antonio Bernal, suboficial del Ejército, el 10 de octubre de 2003 mostró por primera vez que los militares españoles eran un objetivo concreto de lo que unos denominan resistencia y otros terrorismo iraquí.
El 29 de noviembre de 2003, las tropas españolas desplegadas en Irak recibieron un golpe más cuando siete agentes del CNI murieron en una emboscada en la localidad de Mahmudiya, a unos 30 kilómetros al sur de Bagdad, cuando viajaban desde la capital iraquí a Base España, el cuartel general de las tropas españolas, situado en Diwaniya. Los militares asesinados fueron Alberto Martínez -el jefe de la misión del CNI en Irak-, Carlos Baró, José Merino, José Carlos Rodríguez, José Lucas, Alfonso Vega y Luis Ignacio Zanón. El único superviviente fue José Manuel Sánchez Riera.
La última víctima mortal española hasta el momento es el comandante de la Guardia Civil Gonzalo Pérez García -jefe de la seguridad de Base España-, quien recibió un tiro en la cabeza el 22 de enero de este año en Al Hamza, un pueblo situado a unos 30 kilómetros al sur de Diwaniya plagado de traficantes de armas y contrabandistas.
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