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CAMBIO POLÍTICO

Se pierde un diputado

Cuando el próximo 2 de abril el pleno del Congreso elija a Manuel Marín como Presidente, la Cámara habrá perdido uno de sus más brillantes parlamentarios para el debate, según el reconocimiento general del que gozaba en el viejo palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Durante el último año, sus intervenciones en torno al conflicto de Irak consolidaron su imagen de diputado riguroso, conocedor de los asuntos que le incumben -algo que no siempre acompaña a los oradores en la tribuna- cortés en las formas y, en ocasiones, demoledor con los argumentos.

No era infrecuente que en las réplicas, desde los bancos del PP, se hiciese mención expresa a su cortesía parlamentaria que mantuvo, incluso, en los momentos de tensión política y parlamentaria que provocó la guerra de Irak.

Ayer, representantes de distintos grupos, que constituirán el arco parlamentario de la próxima legislatura, expresaron su satisfacción y le alabaron.

José Antonio Labordeta (CHA), Gaspar Llamazares (IU), Joan Puigcercos (ERC) o Carles Campuzano (CiU), hablaron de su "talla política" y lo definieron como persona "ecuánime", "dialogante" y con "altura parlamentaria".

Llamazares hizo explícito que le otorgarán "un voto de confianza, con esperanza y optimismo". La cascada de elogios hace presagiar un gran respaldo, cuando, por votación secreta, con papeleta y en la vieja urna de madera, Manuel Marín pase a convertirse en Presidente del Congreso y tercera autoridad en el protocolo del Estado.

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