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ELECCIONES 2004 | El nuevo Gobierno

Zapatero visita a heridos del 11-M

José Luis Rodríguez Zapatero ha querido que uno de sus primeros actos después de ganar las elecciones fuera una visita a las víctimas del 11-M. Una visita discreta, sin periodistas, sólo para dar aliento a los heridos y sus familiares. Eligió dos hospitales: el Gregorio Marañón y el 12 de Octubre. A las seis y media de la tarde de ayer comenzó su visita acompañado de los portavoces socialistas en la Asamblea de Madrid, Rafael Simancas, y en el Ayuntamiento, Trinidad Jiménez.

Varias personas que asistieron a esta visita han confirmado que el ganador de las elecciones, y que será el nuevo presidente del Gobierno, llevaba una pequeña libreta en un bolsillo que ayer sacó en varias ocasiones. En ella apuntó varios teléfonos móviles y otros tantos nombres. Nombres de víctimas y de familiares a los que se comprometió a llamar para interesarse por su estado de salud.

En el Gregorio Marañón, Zapatero visitó a heridos en planta y también en la UCI, en la que dio su aliento a los profesionales sanitarios que se afanan por salvar la vida a los heridos más graves. Cuentan los que estuvieron ayer cerca de Zapatero que aparte de escuchar enhorabuenas en los pasillos del hospital, también recibió peticiones. Como la de un joven soldado que le aseguró a Zapatero que está movilizado para el próximo reemplazo que España tiene previsto enviar a Irak. "No quiero ir", dijo el militar. "Tranquilo, que no irás", respondió el político que se vio obligado a reiterar su compromiso de traer de vuelta a las tropas españolas dada la gran cantidad de personas que le hablaron de este asunto. Pero entre enfermos y familiares, en los hospitales también le pidieron al futuro presidente que arreglara los problemas de la vivienda y de los contratos precarios.

Pero no sólo pidieron soluciones a los problemas, también, cuentan los asistentes a la visita, le solicitaron a Zapatero un cambio de talante: "No nos mintáis, no nos falléis", aseguran que le dijo una señora. Cuentan que todos los que se acercaban a Zapatero le decían, en voz baja, "por fin lo hemos logrado". Y una chica que lucía un pendiente del que colgaba una pequeña pluma quiso que la tuviera Rodríguez Zapatero. Se la dio y el político la guardó en un bolsillo. Junto a la libretita.

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