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Columna
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Afinidades

Miquel Alberola

En el fondo, entre ETA y Al Qaeda no existen tantas diferencias. Ambas le hubiesen dado idéntica resolución a la masacre ejecutada la mañana del jueves en Madrid. Así lo avalan sus trayectorias cargadas de ansiedad hacia un desesperado camino sin retorno. Las dos organizaciones se sirven del exterminio y del terror para alcanzar sus objetivos, que en el desarrollo de sus acciones han reducido sólo a eso: exterminio y terror. Cualquier otra perspectiva ideológica o religiosa que hubiese podido inspirar su origen quedó sepultada en la perversidad de los medios elegidos para lograrla y en el propio recorrido. Las dos nacieron en el contexto de la guerra fría y se amamantaron con los biberones de la CIA: una para diversificar los riesgos del Tío Sam en la España del general Franco y garantizarse la capacidad de influencia ante cualquier eventualidad que ocurriese en el monte, y la otra para erosionar al enemigo soviético en Afganistán. Asimismo, al final las dos se le fueron de las manos a la CIA. También las dos bandas trafican habitualmente con drogas para contribuir a su financiación, crean tapaderas con empresas fantasma para poner en circulación su dinero manchado de sangre y se sirven de la inocencia de débiles adolescentes para sostener una causa cuyo principal argumento es el retroalimento que proporciona el arbitrio de carne picada pagado por la sociedad en cada una de sus orgías. Ahí, Euskalerría y Alá son diversos modos de designar lo mismo: un pretexto en el que enmascarar una sucesión de despropósitos personales, anestesiar la conciencia por los crímenes cometidos y convertir en industria y plan de jubilación sus propias aberraciones. Después de todo, puede que una se inspire en la otra y viceversa, e incluso que se admiren. Las dos reúnen suficiente vileza y motivación como para acometer la matanza de la mañana del jueves en Madrid: su principal propósito es exterminar a la humanidad para salvarla. Y a las dos les resultaría fácil de justificarla desde sus respectivas retóricas iluminadas. Sea ETA (que lo negó ayer por la tarde) o Al Qaeda (que lo reivindicó la noche del jueves) quien lo haya hecho, nuestra vulnerabilidad respecto a las dos es la misma.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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