Críticas a Bush por inaugurar un monumento a víctimas del 11-S en plena lucha electoral
"Fue el momento en el que el enemigo nos declaró la guerra", afirma el presidente
El presidente de EE UU, George W. Bush, dejó ayer claro, por si había alguna duda, que uno de los ejes de su campaña para la reelección es la definición de su imagen a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Bush asistió en Nueva York a la ceremonia de comienzo de las obras de un monumento dedicado a los muertos de aquel día y a continuación presidió una cena de recogida de fondos para su propia campaña, abriendo de nuevo las críticas de los que protestan por la coincidencia del recuerdo y de la propaganda.
La polémica empezó la semana pasada, cuando los primeros anuncios de la campaña de Bush -adelantada para contrarrestar su caída en los sondeos- reprodujeron algunas de las imágenes más conocidas de los atentados: los bomberos rescatando la bandera de las barras y estrellas, los escombros... todo ello envuelto en el lema Bush, un liderazgo firme para tiempos de cambio. Familiares de las víctimas y las asociaciones de bomberos que están haciendo campaña con el candidato demócrata, John Kerry, denunciaron la propaganda por lo que entendían que era una clara utilización electoral. Otros familiares y bomberos dijeron que no les parecía mal, sino lo contrario: que era adecuado y lógico.
En una de sus intervenciones recientes -Bush ha multiplicado su presencia pública desde hace dos semanas, y en algunos sondeos ya se ha reflejado- el presidente explicó que no va a dejar de subrayar su identificación con el 11-S: "Fue un momento fundamental en la historia de nuestra nación, el momento en el que el enemigo nos declaró la guerra. Y como no dejo de decir, guerra es lo que van a tener con George W. Bush como presidente", declaró a una televisión de Houston. Y añadió: "Voy a honrar a los que murieron, a los que sacrificaron vidas. No les vamos a olvidar".
Lucha antiterrorista
Es obvio que ninguna polémica va a alterar esta estrategia, que además no sorprende a los analistas ni a los líderes demócratas, que no están denunciando de manera explícita el asunto. Todos dan por descartado que Bush puede mejorar sus perspectivas de reelección si se presenta como un líder fiable en la lucha contra el terrorismo -y los sondeos dicen que una mayoría de estadounidenses le ve así- y si consigue convencer a la población de que la recuperación económica acabará creando empleo.
Ayer, en Nueva York, Bush participó en una ceremonia equivalente a la puesta de una primera piedra, que consistió en dar unos simbólicos golpes de pala para el monumento que se va a construir en East Meadows, en la isla de Long Island, frente a Manhattan. Dos torres de aluminio de nueve metros de altura, en recuerdo de las Torres Gemelas, se alzarán en un estanque que reflejará su silueta. En una pared cercana estarán escritos los nombres de los 281 vecinos de la zona que murieron el 11-S. También habrá en el complejo dos fragmentos de acero procedentes de los escombros de las torres.
Acompañaron al presidente Rudolph Giuliani, que era alcalde de Nueva York cuando los atentados y que se convirtió en un héroe por su papel al frente de las tareas de rescate y socorro, y el gobernador republicano del Estado, George Pataki. Tanto Giuliani como Pataki han justificado la presencia del 11-S en la campaña electoral de Bush.
Tras la ceremonia, la caravana presidencial fue a un restaurante cercano en el que se celebró una cena de recogida de fondos para la campaña.
La maquinaria republicana está perfectamente engrasada y lleva más de 160 millones de dólares recaudados. La proximidad e inmediatez entre la inauguración del monumento y el acto electoral es lo que ha causado las nuevas críticas, y al menos dos organizaciones convocaron actos de protesta cerca del lugar.
2.000 dólares por cabeza
La Casa Blanca explicó que la inauguración de las obras del monumento estaba prevista desde hace mucho tiempo y que Bush acude ya con regularidad a los actos de recogida de fondos. En el de anoche, la contribución era de 2.000 dólares por cabeza.
Además del recuerdo permanente de los atentados, otro de los ejes de Bush -en este caso, dirigido a su base más radical, los fundamentalistas cristianos- será el de la propuesta de la enmienda constitucional para prohibir los matrimonios gays. "Defenderé la santidad del matrimonio contra los tribunales militantes y los cargos municipales que quieran redefinir el matrimonio. La unión de un hombre y una mujer es la institución humana más perdurable", dijo ayer Bush, vía satélite, a la Asociación Nacional de Evangelistas, reunida en Colorado.
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