En paz...
Mi hijo murió en el accidente del tristemente famoso Yak-42 y, ya en el funeral de Madrid, en presencia de los féretros de nuestros familiares, tuvimos que aguantar la chulería y la prepotencia de los señores Aznar y Trillo. Se sienten tan por encima del bien y del mal que parecen creer que todos los demás somos idiotas. Nuestros muertos no estarían muertos si no fuera por la incompetencia de esta gente; pero que sepan que perseguiremos la verdad hasta el último aliento, durante y después de las elecciones. A los muertos les dejamos en paz, pero sobre los vivos responsables de esta tragedia queremos que caiga todo el peso de la ley.
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