Preparados para triunfar
Las técnicas de publicidad, las estrategias de marketing, los argumentarios de comunicación y el asesoramiento de imagen desempeñan una labor muy especial cuando se trata de elecciones y candidatos. Estamos en campaña, y en pocos días, no sólo intentan los candidatos que nos sumerjamos en sus programas, sino que pretenden que conozcamos su lado más humano e íntimo, su excelente preparación para gobernar. En definitiva, todo un proceso de información donde la seducción y persuasión cobran increíbles dimensiones, siendo su propia imagen el soporte de la empatía o rechazo del electorado.
Sociedad que según Oscar Wilde "encuentra en la imagen más seguridad que en la religión". De esta forma, partidos y candidatos se enredan en una espiral de promoción que produce una cacofonía difícil de descifrar: exceso de decibelios, sobrecarga de publicidad, reiteración de imágenes y confusión de mensajes. No es lo más recomendable. En la actual campaña de corte excesivamente presidencialista y centralista, se detecta poca creatividad. Rajoy y Zapatero no quieren correr riesgos imaginativos. Los diseños de campaña no pasarían el previo de un concurso de dibujo. Tan sólo la contracción alfabética y sonora de ZP, que busca nuevas lecturas con la intención de encontrar otros electores, y su foto de campaña guillotinada a media frente son un guiño de modernidad.
Los candidatos corroboran el principio dinámico y plural de la moda
La indumentaria de ambos navega entre la corrección y el aburrimiento. Como decía Barthes, "la ausencia de significados juega un papel significante", salvo la sorpresa que nos brindó Zapatero en el acto de apertura de campaña. Traje negro de alpaca y corbata a motas, propuesta estilística, más cercana a Miami Style que a la austeridad leonesa que le caracteriza. Pero ése es el reto entre el acierto y la equivocación de la imagen pública. Conjugar vanidad y pudor en un triple salto mortal.
Donde los conceptos imagen y moda marcan más sus territorios es en nuestras candidatas. La ciudadana Carmen Alborch, fiel a sus creadores valencianos -Montesinos, Mateu, Mompó- logró, sin embargo, su imagen más carismática con una anónima cazadora tejana junto a Felipe González. En otra onda encontraríamos a Leire Pajín, verdadero estandarte de los movimientos antimoda, con su colección de chaquetas, chupas y abrigos de cuero en rojo, negro, beige y azul, transmitiendo con encanto ese desastre juvenil que gusta de combinar lo imposible. Su descaro no es premeditado.
Isaura Navarro y Enric Morera, los valores más jóvenes y más próximos, disciernen en cuestión de estética. Ella, aferrada a la imagen sin fronteras y él, en un cambio de tercio no acorde a su edad, gana en el sportwear. Más allá de la indumentaria dejaremos para el 15 de marzo el lenguaje de sus cuerpos, la semiótica de sus gestos y todo el despliegue de guiños, sonrisas y aplausos que nos dedican en sus mítines. Un ejercicio de éxito en el que todos están preparados para triunfar.
José Vicente Plaza es experto en comunicación, moda y mercado.
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