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ESTA SEMANA | ELECCIONES 2004 | Andalucía
Columna
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ZF

Las siglas de la Zona Franca de Cádiz (ZF) han irrumpido en la campaña electoral en Andalucía en patética contraposición a las de ZP, correspondientes al candidato socialista a la presidencia del Gobierno de la nación, José Luis Rodríguez Zapatero. De ellas se ha beneficiado, desde el punto de vista político, de forma extraordinaria, la candidata popular, Teofila Martínez quien preside, por su condición de alcaldesa, el pleno del Consorcio de ese recinto fiscal y portuario. Por él desfilaron, de su mano, ministros y altos mandatarios del PP, a los que exhibía las bondades de un organismo público en manos de un Manuel Rodríguez de Castro al que puso en el puesto, nada más y nada menos, que Rodrigo Rato. Aterrizó en ese despacho tras ser asesor personal de Martínez y avalado, directamente, por la sede central de los populares en Madrid, en la calle Génova, de donde procedía. Eran las mejores cartas de presentación para un controvertido individuo que desplazaba así para el cargo a otros aspirantes locales que nunca vieron con buenos ojos las andanzas de este singular personaje.

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Al estallar el escándalo hace tres años, gracias a investigaciones periodísticas, Martínez, que propugna ahora la regeneración democrática, tuvo un comportamiento bastante convencional en estos casos. Esto es, arremetió contra el mensajero que desvelaba el asunto y ordenó cerrar filas con el aludido, apoyándolo al máximo hasta que se comprobó como insostenible su mantenimiento en el puesto debido al calado de las denuncias. Nunca admitió que se hubieran cometidos fallos y ni siquiera reclamó a Rodríguez de Castro, no ya que devolviera el dinero público mal empleado, sino, simplemente, que pidiera perdón ante los ciudadanos. De su boca no salió, jamás, una palabra de crítica hacía la gestión de su "protegido". En todo caso, optó por el ataque y el ya conocido recurso del "y tu más" apuntando hacia supuestas irregularidades cometidas por los anteriores gestores bajo la etapa socialista sin importarle echar basura, en concreto, sobre uno que ya no se podía defender pues había fallecido recientemente. Fue una apelación que tuvo una contundente y emotiva respuesta en defensa de su memoria por parte de su viuda en una carta, cuya lectura, ponía los pelos de punta y en donde se reclamaba lo que ahora demanda el mismo Aznar, esto es, que dejara a los muertos en paz.

También habla la candidata de la represión que, a su juicio, se va vivir en Andalucía si los socialistas ganan de nuevo las elecciones. Sin embargo, basta recordar cómo se emplearon al estallar el escándalo para conocer el verdadero sentido de ese concepto. Quienes en primer lugar lo pagaron bien caro fueron los dirigentes sindicales que dieron la voz de alarma sobre la peculiar manera de gobernar la Zona Franca, Manuel Rodríguez de Castro, luego los medios que desvelaron inicialmente las irregularidades y, más tarde, algunos parlamentarios que se atrevieron a llevar el asunto al Congreso de los Diputados hecho por el que arrastran aún demandas y querellas. Eso sí fue represión pura y dura. Tal vez a ello se refiera una Martínez que, a la desesperada, trata de distanciarse del asunto que ha alcanzado su punto álgido en plena campaña y al que no ha sabido dar una respuesta clara, sencillamente, porque nunca quiso resolverlo de una forma clara o bien porque Rodríguez de Castro, sencillamente, siempre tuvo las espaldas cubiertas por Madrid.

Pero ya es tarde para poner tierra de por medio, máxime cuando ha permanecido en silencio hasta ahora a pesar de que el informe del Tribunal de Cuentas tiene fecha del pasado mes de diciembre. Sus rivales van a seguir esta semana tirando del asunto, reclamando responsabilidades políticas que nunca antes se habían asumido y pidiendo que, de una vez por todas, intervenga la Justicia en lo que parece es todo un saqueo organizado de las arcas públicas de la Zona Franca gaditana. Bajo estas coordenadas va a tener que moverse la candidata popular quien no debe extrañarse de que estas cuestiones cobren su mayor virulencia en el período más delicado. Algo similar le puede suceder con las trayectorias bajo sospecha de otros responsables públicos que cuentan con su amparo y complicidad, tal y como ocurre con los alcaldes de La Línea, Juan Carlos Juárez o el de Sanlúcar de Barrameda, Juan Rodríguez. Más pronto que tarde, estos personajes pueden complicarle las cosas si es que antes no actúa como es debido.

Es por eso que su llamamiento a favor de la regeneración democrática carezca de la suficiente credibilidad como para conmover a las conciencias de sus propios militantes y potenciales votantes. Ni siquiera las lagrimas de cocodrilo de Javier Arenas lamentándose de que les insulten a diario va a suponer un cambio radical de la situación. Tampoco es que al vicepresidente segundo del gobierno se le observe entregándose a fondo en esta pelea que parece que no va con él, cuando en realidad es mucho lo que se juega si aquí fracasa otra vez màs.

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