"La costa se desarrolla hacia el interior"

Pregunta. ¿Siempre le interesó la economía?

Respuesta. Empecé haciendo ciencias biológicas, pero me di cuenta que eran más interesantes las personas que los bichos. La gente cree que la economía tiene que ver con el dinero, las inversiones, y en parte es verdad, pero también se dedica a algo más rico y variado como es el comportamiento de las personas.

P. ¿Nuestro paisaje económico tradicional se tambalea o sólo pierde fuelle?

R. El tejido económico valenciano, si lo comparamos con el de finales de los setenta, es el mismo y es distinto. La columna vertebral sigue siendo la producción de bienes de consumo duradero, pero ha hecho un esfuerzo de modernización importante. Ahora está en un momento de ajuste, y en la medida en que se logren vender productos con mayor valor añadido, a medio plazo, no es preocupante: forma parte del proceso de creación y destrucción permanente que es la evolución económica. Pero aquéllos que sigan pensando que el único factor de competitividad es el precio lo van a pasar muy mal.

P. ¿El turismo no está en situación de ajuste?

R. Si atendemos a los datos cuantitativos, no. Pero más importante que el número es el balance: el equilibrio entre los costes que supone y los ingresos que deja. Desde el año 92 ha habido una mejora de los servicios turísticos, pero no generalizada. Además, estamos empezando a pelear con destinos que, aunque no tienen nuestra industria turística, ofrecen precios mejores que los nuestros. Y, o somos capaces de continuar el esfuerzo y diferenciar el producto en calidad, o podemos tener problemas.

P. ¿Qué retos se le imponen?

P. Trabajar en una tripe línea. Primero, en la calidad de los servicios, que es un concepto mucho más amplio que el camarero te sepa servir los platos. Segundo, en el medio ambiente: no hay que ser más agresivos que lo imprescindible. Y tercero, en los servicios de entorno, que proporcionan las administraciones públicas.

P. Tenemos más apartamentos que hoteles. ¿Es un buen dato?

R. El turismo residencial, aunque en principio tenemos la sensación de que expulsa a la población y eleva el precio del suelo y los bienes, a medio plazo es un cliente que siempre repite y que tiene una capacidad de arrastre sobre el conjunto del sistema productivo del entorno. No lo planteemos como una disyuntiva: lo bueno sería tener una proporción de ambos, aunque no sabría cuál.

P. ¿Habría que poner límites?

R. Veo Europa como un temendo embudo y el extremo del cono está en la costa mediterránea. La presión es brutal: todo el mundo desea su casita o apartamento junto al mar.

P. Ningún ayuntamiento coge el toro por los cuernos.

R. Es muy difícil. El turismo proporciona muchos puestos de trabajo y un buen volumen de ingresos para las arcas municipales. Decir que no es muy difícil, la cosa está en qué condiciones se dice que sí. Además, faltaría saber si un alcalde, diciendo que no, estaba interpretando adecuadamente los deseos de sus ciudadanos. Los alcaldes no son más que administradores de la voluntad de la gente.

P. ¿El turismo de interior es una utopía?

R. Nuestro turismo de interior es menos rentable que el de sol y playa, pero también puede ser rentable. Lo que ocurre, y es un juego de plabras, es que la costa se desarrolla hacia el interior, con lo cual, al final, claro que vamos a tener turismo de interior. Vamos a tener turismo de interior por presión de la costa.