El director del FMI será elegido presidente de Alemania en mayo
Horst Köhler dimite tras cuatro años al frente del Fondo
Los partidos de oposición alemanes, los democristianos (CDU / CSU) y los liberales (FDP), llegaron ayer a un acuerdo, después de tres días de tira y afloja, para presentar al director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Horst Köhler, de 61 años, que dimitió ayer tras cuatro años en este cargo, como candidato a la presidencia de Alemania. La elección del presidente se celebrará el 23 de mayo en la Asamblea Federal, en la que democristianos y liberales cuentan con votos suficientes para elegir a su candidato por mayoría absoluta.
"Estoy profundamente honrado por haber sido elegido para el cargo de presidente federal de Alemania. Acepto la nominación y, de acuerdo a las normas del FMI, tengo que renunciar inmediatamente", anunció ayer Köhler en Washington, sede del FMI.
No cabe la menor duda de las cualidades de Köhler para desempeñar la primera magistratura alemana. El que está llamado a ser presidente, tras el trámite del 23 de mayo, presenta a sus 61 años una brillante biografía: desde sus inicios en los altos cargos como secretario de Estado de Hacienda, sucesor del legendario presidente del Bundesbank Hans Tietmeyer, hasta su actual puesto al frente del FMI. En el camino quedan sus trabajos en el Banco Europeo de la Reconstrucción del Este, al frente de las cajas de ahorros alemanas y en las negociaciones para pagar por la retirada de las tropas soviéticas de Alemania o la contribución alemana a la guerra del Golfo. Köhler fue sherpa, encargado de guiar al canciller Helmut Kohl en las cumbres internacionales, y se mueve con soltura en el mundo de la globalización.
Nada que objetar a la valía del candidato. No obstante, las formas de su selección y el espectáculo organizado por los dirigentes de la CDU, CSU y FDP hasta anunciar ayer el nombre del que está llamado a presidir el país han constituido uno de los acontecimientos más bochornosos que se recuerdan en la Alemania de la posguerra. La designación degeneró en una sucia partida de póquer con el liderazgo de la oposición en juego. La presidenta de la CDU, Angela Merkel, y el del partido hermano la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), Edmund Stoiber, compitieron en despropósitos para poner de manifiesto quién manda en las filas democristianas. El tercero en discordia, el presidente liberal, Guido Westerwelle, aprovechó para demostrar que el FDP puede representar el papel de partido bisagra. Westerwelle llegó incluso a visitar al canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, en lo que parece un claro mensaje de que estaba dispuesto a hacer almoneda de sus votos en la Asamblea Federal.
Este gremio de 1.206 miembros sólo se reúne una vez cada cinco años con la única misión de elegir presidente. Se compone de los 603 diputados del Parlamento Federal y otros tantos delegados de las Cámaras de los Estados federados. La democracia cristiana (CDU / CSU) cuenta con 543 votos y necesita los 82 del FDP para elegir presidente. En las dos primeras votaciones se requiere mayoría absoluta: 604 votos.
La CSU propuso primero como candidato al ex jefe de la CDU Wolfgang Schäuble, que contaba con algunas resistencias en su propio partido y el rechazo total de los liberales (FDP). Sometido al manoseo de unos y otros, dejaron a Schäuble, convidado de piedra, a la altura del betún. Se sucedieron horas de tira y afloja, un carrusel de candidatos se puso a circular en lo que algún periódico definió como "el bingo presidencial".
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