Médicos valencianos mantienen vivo 9 días un brazo al unirlo a la ingle
Los especialistas separaron la extremidad implantada tras infectarse y volvieron a injertarla
"Era la única solución". Tres días después de injertar un brazo seccionado tras un accidente de tráfico, los médicos que practicaron la intervención observaron que una infección lo ponía en peligro. Para salvarlo, volvieron a separarlo y lo unieron a la ingle, donde estuvo cosido nueve días mientras limpiaban totalmente el muñón hasta dejarlo listo para volver a recibir el brazo. Pedro Cavadas, responsable de la operación practicada en el Centro de Rehabilitación de Levante de Valencia, dijo ayer que había sido un éxito y que recuperará la movilidad para comer o asearse.
"La pierna se ha empleado como una niñera del brazo", comentaba ayer el jefe de la unidad de reconstrucción de manos del Centro de Recuperación de Levante, el centro al que llegó Israel Sarrió el 31 de enero. Sarrió, un transportista de 25 años, sufrió un accidente de tráfico y en el impacto, la ventanilla de su vehículo se partió y le cortó el brazo izquierdo unos cinco centímetros por debajo del codo. De inmediato, se le trasladó al Doctor Peset, un hospital público desde donde se le remitió al Centro de Recuperación de Levante, privado y que actúa como servicio de referencia en toda la Comunidad Valenciana para practicar implantes.
La intervención comenzó cinco horas después del accidente y se prolongó durante otras cinco horas y media. "Todo fue bien hasta dos días después pese a que el corte no fue limpio", comentó ayer Cavadas. Pero, al poco, una infección puso en riesgo la supervivencia del brazo. El mal estado del miembro provocó que se fueran colapsando las venas. De las tres venas injertadas para asegurar la irrigación de la extremidad sólo quedaban dos venas libres. "Probablemente el miembro no estaba limpio del todo en la primera intervención ya que cayó en una acequia", señalaba ayer el responsable de la intervención. Ante el riesgo de que no se pudiera salvar, el equipo médico optó por separar el miembro y mantenerlo convenientemente alimentado hasta poder volverlo a injertar. Para ello, decidieron unirlo a la femoral a la altura de la ingle izquierda. "Era la única opción posible" señaló ayer Cavadas. "Hay tres antecedentes publicados en el mundo de implantes de miembros en otra parte del cuerpo, pero ésta es la primera vez que se implanta, se amputa y se reimplanta", dijo.
Tres días después de la operación inicial, el brazo cambió de lugar momentáneamente. Para evitar que se descolgara, se situó con la palma extendida sobre el muslo y se cosieron las uñas a la piel de la pierna, de forma que se asegurara su inmovilidad. Mientras tanto, el enfermo estuvo pasando diariamente por el quirófano para someterse a las curas de desinfección del muñón y asegurar el éxito de una nueva intervención. Al cabo de los nueve días, se le volvió a implantar el brazo. "Reconstruimos el húmero para que soldara, luego las arterias y venas y finalmente los nervios", recordaba ayer el especialista valenciano, quien decidió hacer pública la intervención una vez desaparecido el riesgo de una nueva infección. Ayer, 32 días después del accidente, el paciente había recuperado una ligera movilidad en el codo. A lo largo del tiempo, en una fecha que no precisó el responsable de la intervención, está previsto que el enfermo tenga la capacidad de coger un vaso, comer o asearse. También recobrará la sensibilidad, "aunque será más burda de lo normal, nunca como antes".
Israel Sarrió se mostraba ayer "muy contento" pese a las intervenciones a las que aún tendrá que hacer frente para reconstruirle la zona afectada. "No me noto el brazo por fuera, pero por dentro siento cosas que se mueven por ahí dentro, un cosquilleo como si tuviera la mano dormida".
"Es la primera vez que la oigo [una operación de este tipo]". Manuel Sánchez Nebreda, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética, quien calificó la intervención de excepcional y a Cavadas como "un experto en microcirugía" y "un referente de la especialidad a nivel nacional". Sánchez Nebreda apuntó que la opción de, después de la infección, separar el brazo y volver a implantarlo "es muy atrevida y novedosa que requiere una gran seguridad en lo que se hace", además de "muy difícil" desde el punto de vista de la miocrocirugía por los injertos vasculares que se deben realizar. "Tenga en cuenta que son operaciones de seis, ocho o hasta diez horas". El responsable de la sociedad destacó que los implantes son otra faceta de la cirugía plástica "más discreta pero que da respuesta a una necesidad social".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.