"Cuento con Bono como ministro de Seguridad"
Zapatero: "No habrá coalición, el PSOE gobernará en solitario"
"Hay pelea", dice José Luis Rodríguez Zapatero en referencia a las elecciones del próximo día 14. El candidato socialista repasa en su despacho, junto a los dirigentes José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba, los últimos datos electorales y las estrategias de campaña. "En la última semana hemos subido dos puntos en intención de voto y la diferencia con el PP está en menos de tres puntos", recalca Blanco. Y Zapatero puntualiza: "Hay que tener en cuenta que una parte de nuestro electorado entra más tarde, se moviliza con la campaña en marcha". Los tres coinciden en que el efecto Carod está amortizado gracias a la "reacción excesiva del Gobierno y del PP". Antes de que el escándalo estallase, a mediados de enero, la distancia era de "sólo dos puntos".
Planea un Ministerio de Estado que agrupe los de Administraciones Públicas y Presidencia
Adaptado a crecer en un medio adverso, se ha entrenado para resultar convincente
Botín a Zapatero: "Alguno de mis hijos me dice que usted va a ganar"
La actual es una campaña muy presidencialista, con dos candidatos inéditos. De ahí nació la idea del eslogan "ZP". Según el candidato socialista, el sprint de la última semana permitirá darle vuelta a las encuestas y visualizar el triunfo del PSOE.
"22.000 agentes electorales", movilizados para reduplicar puerta a puerta las ofertas del programa y los mensajes fuertes de la campaña, han ayudado a poner en tensión al partido. Los mítines se ven desbordados de asistencia y las expectativas de voto mejoran día a día. "Subimos en casi todas partes, y en el País Vasco vamos a ser la segunda fuerza", asegura Blanco. Sólo hay dos puntos negros: la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, donde "el partido no está tirando". Los tres apuntan fórmulas de refuerzo. "Voy a llamar a Pepe" (por José Bono), concluye Zapatero.
La mañana del lunes 1 de marzo ha empezado tranquila. El candidato socialista repasa la prensa, atiende llamadas y despacha asuntos pendientes antes de recibir al líder de UGT, Cándido Méndez. "Hemos acordado un encuentro en Madrid con cuadros sindicales. Para nosotros es muy importante", explica Zapatero. Sonsoles Espinosa, su mujer, se ha dejado caer por la sede del PSOE para despedirse. No le acompaña a los actos de campaña del día: un encuentro con empresarios en Barcelona y un mitin en Pamplona.
El acto de Barcelona estaba pensado inicialmente como una cita con emprendedores, pequeños empresarios emergentes, pero la organización del PSC se vio desbordada. Se apuntó todo el empresariado influyente de Cataluña, hasta el punto de que hubo que improvisar 13 mesas presidenciales. Zapatero se aísla 10 minutos para hacer un nuevo guión de discurso. Le han preparado un borrador centrado en medidas económicas y él quiere, sobre todo, hablar de política.
A las 12.10, en el coche, camino del aeropuerto de Torrejón, acepta el primer envite para hablar de sus planes de Gobierno. A lo largo de la jornada, en pequeños retazos, irá sumando confidencias. Habla seguro de sí mismo, sin emplear el condicional. Sólo una vez, al hablar de política exterior, apostilla el "si ganamos".
"Hace falta un modelo integral de seguridad". Además de la lucha sin cuartel contra ETA, Zapatero pone las prioridades en la protección de los ciudadanos contra el delito y en el combate contra la droga. Su modelo se basa en la potenciación de las policías locales para combatir la delincuencia común y dedicar la policía nacional a la lucha contra las bandas organizadas y la protección de grandes eventos. La coordinación de Policía y Guardia Civil es otra de las premisas. "El Ministerio del Interior se llamará de Seguridad".
¿Y quién será la persona al mando de ese ministerio? El elegido es José Bono, presidente de Castilla-La Mancha. "Cuento con él. Ya lo hemos hablado y él está de acuerdo, aunque me ha dejado las manos libres. Es el candidato, pero aún no es seguro".
Moratinos, en Exteriores
¿En Exteriores? "Miguel Ángel Moratinos. Es un fuera de serie y todo el mundo habla bien de él". Economía y Hacienda serán un solo ministerio. Al frente estará Miguel Sebastián, el coordinador del programa económico, el experto recomendado en su día por el catedrático Luis Ángel Rojo. Zapatero no esconde que para Trabajo, uno de los candidatos es Antonio Gutiérrez, ex líder de Comisiones Obreras. Y con Jesús Caldera también cuenta. "No sé si vicepresidente, pero asumirá un puesto importante, seguro".
Detrás de la sonrisa hay varios Zapateros. Ese Zapatero tranquilo, es un hombre que sabe escuchar y absorbe como una esponja. También es un interlocutor que, sin cambiar el gesto, desconecta si lo que escucha no le interesa. Adaptado a crecer en un medio adverso se ha entrenado para resultar convincente. Y si alguien le insiste, jamás repite el mismo argumento, sino que ensaya otra vía para llegar al mismo objetivo. Sus próximos aseguran que es un líder firme. El Zapatero que justifica que mantuvo a Rafael Simancas de cabeza de lista en la repetición de las elecciones de Madrid, después de haber convencido a Gregorio Peces Barba, porque "no era justo y no tenía autoridad moral para cambiarlo", afirma que no teme tomar decisiones en solitario, sin el apoyo de su entorno. Tampoco le asusta frustrar algunas aspiraciones o pisar orgullos. "Cuando fui elegido se me negó capacidad de mando, pero ya no hay rebeliones internas y nadie habla de las familias del PSOE".
A bordo del Falcon 50, un reactor de 10 plazas alquilado, acompañan a Zapatero el jefe de seguridad, los escoltas, el médico y dos colaboradoras: la jefa de campaña, Ángeles Puerta, y su ayudante de confianza, la ex periodista Angélica Rubio. Dejadas al margen las personas, la conversación se centra en los planes de reforma.
El líder socialista madura un proyecto que parte del principio de reducir los ministerios y ampliar el número y las competencias políticas de las secretarías de Estado. Además de Economía y Hacienda, contempla la unificación de Educación y Ciencia, con las políticas de investigación y desarrollo incorporadas. Medio Ambiente, que tiene muchas competencias transferidas, puede asociarse a Agricultura si prevalece el enfoque de desarrollo rural o al actual Fomento por su interrelación con las infraestructuras.
Pero el plato fuerte es la fusión de Administraciones Públicas, "un ministerio pensado para el proceso de transferencias con las comunidades autónomas", con Presidencia para articular la política territorial. La idea es crear un Ministerio de Estado, a la francesa.
Entre los proyectos novedosos destaca una Agencia para evaluar la eficiencia de las políticas del Gobierno, que dependerá del Parlamento. Jordi Sevilla tiene el encargo de elaborar un proyecto amplio de reforma del Gobierno y de los organismos reguladores que será debatido el próximo miércoles por la Comisión de Notables del partido con la ambición de convertirse en una oferta de cierre de campaña.
Gobierno en solitario
Zapatero mantiene la promesa de que no gobernará si no es el candidato más votado. "Es una cuestión de principio, pero también quiero garantizar que no habrá Gobierno de coalición; el PSOE asumirá el Gobierno en solitario". El líder socialista cree que, en caso necesario, para la investidura y mantener la estabilidad de su Gobierno bastan los "acuerdos parlamentarios".
En el hotel Fira de Barcelona, a la salida, Zapatero, escoltado por el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y José Montilla, se funde en un mar de abrazos de empresarios. El PSC, organizador del acto, ha cedido todo el protagonismo en lemas y carteles al PSOE y su líder.
La anécdota del día se produce a la llegada a Pamplona donde a la misma hora el candidato popular, Mariano Rajoy, celebra un mitin paralelo. Ambas comitivas coinciden por unas horas en el mismo hotel, donde afilan las armas para un diálogo de sordos sobre el debate cara a cara o la utilización del Pacto Antiterrorista. Los dirigentes locales reciben orgullosos a Zapatero porque han asegurado el lleno a costa del furor de los simpatizantes que no caben en el auditorio. Han puesto pantallas en el vestíbulo y en otras salas. Lo principal es que han batido en aforo al PP.
Un mitin es el clímax de la política en un escenario donde los guardaespaldas escrutan la diagonal opuesta a los entusiasmos. Zapatero enardece a su jugador número doce, el que le empuja hacia el triunfo, atento a las luces que marcan los enlaces en directo de las televisiones para seleccionar los mensajes. No ha leído y su discurso no repite ni una frase del improvisado en Barcelona. En medio de los vítores, el líder es sacado en volandas hacia la caravana de coches que le conduce al aeropuerto por avenidas aún nevadas.
Un líder con 'baraka'
Angélica Rubio jura que su jefe tiene baraka. "Tiene tanta suerte que le lían hasta para jugar a las quinielas", dice, y Zapatero asiente complacido. Pero lo que más llama la atención es su convicción sin fisuras en el triunfo, que recuerda a aquella seguridad en sí mismo hace cuatro años como candidato a la secretaría general del PSOE, un mes antes del 35º Congreso, cuando nadie daba un duro por sus posibilidades. "Entonces tuve la oportunidad de conectar generacionalmente con la gran mayoría de los delegados. Ahora es diferente. Voy a ganar porque Rajoy es plano y un candidato muy malo. Por eso tiene miedo al debate".
También está convencido de que la guerra de Irak va a pasar factura al PP y promete que, si gana, retirará las tropas españolas el 30 de junio en caso de que la ONU no asuma la dirección de la crisis. "A mí nadie me ha venido a decir que voy a ganar, pero en mi partido empiezan a creérselo". Hace unos días asistió en la sede del Instituto de Empresa, en Madrid, a una reunión con empresarios. Y nada más empezar a hablar les espetó: "Ustedes no se lo creen, pero les aseguro que voy a ganar las elecciones".
Zapatero confiesa que ha mantenido encuentros privados, a solas o en grupo, con los empresarios más importantes. En su visita a la fábrica de Inditex, en Arteixo (A Coruña), Amancio Ortega esquivó la curiosidad de los periodistas para fotografiarse a solas con el líder socialista. Recién llegado a la dirección del PSOE, Zapatero utilizó algún intermediario para entablar contacto. Emilio Botín, el primer banquero, uno de los primeros en 1996 en elogiar el programa del PP, se anticipó a sus intenciones y le llamó por teléfono para invitarle a comer en el banco. Zapatero acudió con Peces-Barba.
Hace poco, Botín le devolvió el gesto y visitó en secreto a Zapatero en su despacho en la sede del PSOE. En un momento le comentó: "No entiendo de esto, pero alguno de mis hijos me dice que usted va a ganar y yo siempre hago mucho caso a mis hijos". El candidato socialista lo expresa de otra manera: "Voy a ser presidente del Gobierno, eso es seguro, y la gente sabe que es mejor que gane ahora, en lugar de perder por poco y tener que serlo dentro de dos años tras la debacle del PP".
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