_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El regreso de los progres

Felipe González recuperó una noción perdida: progresistas. No sé si fue por no decir "la izquierda" o por señalar que estamos otra vez (siempre) en la "querella de los antiguos y los modernos" (1688, Fontenelle) y que él y los votantes contra Aznar representan la modernidad frente a los conservadores de Rajoy, que es un perdedor: aunque ganase la ya imposible mayoría absoluta, está perdiendo día a día la campaña: más vale que fracase en la campaña a que fracase gobernando. Estos descuideros del PP hacen un timo más de vocabulario y dicen que los progresistas están "obsoletos", que es una palabra muy de su semántica: acusar al otro de lo malo propio. Freud llamaba a esta figura "proyección", pero creía, en su ingenuidad burguesa, que el que proyectaba lo hacía creyendo en ello. No: es una astucia. En la degradación del personaje heroico que vivía malamente con su pareja, abría una lata de judías para recibir a los otros barbudos con harapos que llevaban algo de pan y un cartón de vino Don Simón y libros para discutir, que estudiaba sin dinero para hacerlo, dudaba entre el anarquismo del 68, Marx o Mao, que se casaba sólo "por no disgustar a mamá", entraba el desdén del diminutivo, "progre" y, al final, el barrido de la palabra.

Hay una confusión entre la técnica velocísima que se produce para eliminar puestos de trabajo y convertir la esperada civilización del ocio -otro robo semántico- en una civilización de paro y el sentido de progreso. No es tampoco nueva: ya pasó al empezar la era industrial, los telares mecánicos y el nuevo paro: arranque del siglo XIX. Aquellos progres nuestros, inteligentes hasta poder tener las confusiones necesarias para vivir en su tiempo, y explorar entre lo posible, lo deseable, lo ineluctable, el sentido de la historia, lo aprovechable de Juan XXIII y de Kennedy, la maldición sobre Stalin, han constituido un sedimento al que puede apelar muy bien Felipe González, con su cazadora cara de burgués popular -y Zapatero ¡se quitó la corbata!, ¡descamisado, jacobino, sans culotte!- a condición de que no se les engañe otra vez.

Únicamente queda la inquietud de que si Felipe recuperaba la gran palabra perdida, ZP recordaba que no gobernaría si su partido no era el más votado. Qué fastidioso señor, cómo quiere hacer torcer el voto a los progresistas de fuera del partido para que sean "útiles". Y como insistía en lo de "no mentir", siembra la duda de que deje gobernar a la caverna, aunque sea en minoría.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_