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Reportaje:AIRE LIBRE

Leyendas de eremitas

Senderismo por el valle del Silencio, en El Bierzo

Los romanos abandonaron el lugar hace 17 siglos; los monjes, hace 10; los pastores, hace uno. Sendas y caminos que conducían al valle del Silencio fueron quedando ocultos. Hast

a que gentes montañeras, guiadas por los túneles que jabalíes y corzos abrían por el matojo, descubrieron que allí había un paraíso. Un año después, desbrozados los caminos, el sendero circular de la Tebaida Berciana nos adentra en la historia.

El sendero se identifica con las siglas PR.LE-14. El significado de PR es pequeño recorrido, es decir, aquel que se puede hacer en un día. Son 14,5 kilómetros, perfectamente transitables y señalizados, que salvan unos desniveles entre 750 y 1.300 metros de altitud. Se trata de un sendero de montaña que nos adentra en la cara sur de los montes Aquilianos.

Allí fue donde los romanos iniciaron la mayor obra hidráulica que se conoce de la antigüedad. Unos canales para conducir el agua del deshielo hasta Las Médulas, a 50 kilómetros de distancia, donde el Imperio Romano obtenía el 8% de los ingresos del erario gracias al oro que extraía de la explotación por el método ruina montiun. Éste consistía en erosionar la montaña aurífera mediante el efecto del agua.

Los canales siguen ahí, excavados a golpe de pico a su paso por los peñascos verticales de la montaña. Asombra comprobar cómo en aquellos tiempos sus constructores supieron darles el justo desnivel, casi imperceptible (entre el 0,2% y el 1,1%), para que las aguas llegaran a su destino sin desbordarse ni estancarse. De cómo pudieron abrirse paso por tan agrestes lugares dejó testimonio Plinio, por aquel entonces cónsul de la Hispania Citerior: "Aquellos que cavan las rocas están colgados de sogas, de suerte que quien les ve desde lejos piensa que se trata de alguna feroz especie de ave".

Se fueron los romanos y el valle y las montañas volvieron a quedar en silencio. Hasta que sus soledades provocaron que, entre los siglos VII y IX, eremitas, anacoretas y cenobitas buscaran allí sus lugares de retiro, siguiendo el ejemplo de san Pablo de Tebas, quien encontró la santidad en el desierto de la Tebaida, en Egipto. Desde entonces se conocen estos parajes como la Tebaida Berciana.

En medio, el valle del Silencio, con sus prados y nogales, cerezos y castaños. El origen de su nombre también tiene que ver con la presencia de los monjes. Uno de ellos, san Genadio, eligió una cueva para su retiro. Cuenta la leyenda que el murmullo del arroyo le perturbaba en su meditación. Dios hizo que las aguas se filtraran bajo tierra para brotar metros más abajo, para que no le impidieran el recogimiento.

Historias y leyendas en unos paisajes que son fáciles de imaginar. Hoy son también fáciles de recorrer gracias a un plan de dinamización turística que ha apostado por el senderismo como mejor medio para dar a conocer sus maravillas.

Iglesia de Peñalba de Santiago (León), con su puerta de doble arco con columna central, una joya del arte mozárabe.
Iglesia de Peñalba de Santiago (León), con su puerta de doble arco con columna central, una joya del arte mozárabe.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

- Por la carretera de Ponferrada a Peñalba de Santiago (20 kilómetros). Al ser un sendero circular, éste puede iniciarse en cualquiera de las poblaciones por las que pasa (Herrería de Montes, Montes de Valdueza o Peñalba de Santiago). Se aconseja iniciarlo en Montes de Valdueza en dirección a Peñalba.

Comer

- Casa Paco (987 59 53 70), en Peñalba de Santiago. Productos naturales propios de la época. Entre 15 y 20 euros.

La ruta

- Dificultad: ninguna. Son 14,5 kilómetros con caminos en buen estado y ascensiones no muy pronunciadas (cota mínima, 750 metros; máxima, 1.300). El recorrido se hace en seis horas y media. Pese a tratarse de un sendero de montaña, la nieve no suele ser habitual, excepto cuando cae en cotas bajas.

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