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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El lujo de la sencillez en estado puro

ETXEBARRI, un asador vizcaíno que sirve excelentes carnes, pescados y mariscos

José Carlos Capel

A fuerza de experimentar y de dejarse llevar por un instinto de perfección irrefrenable, Víctor Arguinzoniz se ha convertido en un alquimista del humo. Gracias a sus incansables investigaciones, su rústico asador, situado en pleno valle de Atxondo (Vizcaya), es en estos momentos un santuario de los asados a la parrilla.

Arguinzoniz, que casi todo lo pasa por las brasas, mantiene en libertad más de 300 gallinas para recoger sus huevos a diario; en temporada recolecta setas espléndidas, y, justo ahora, durante los meses invernales, rastrea los robledales del valle con un perro trufero con cuya ayuda localiza la auténtica

Tuber melanosporum. Su religión pasa por los productos excelsos. Le dan lo mismo las gambas rojas de Palamós (Girona) que las espardeñas catalanas, las cigalas reales de Menorca que las angulas asturianas o los chuletones gallegos. Sólo alimentos sublimes. Junto con Ca Sento (Valencia), Etxebarri encabeza la lista de restaurantes que ofrecen los mejores productos de España.

ETXEBARRI

Plaza de San Juan, 1. Axpe-Valle de Atxondo (a 14 kilómetros de Durango). Vizcaya.

Teléfono 946 58 30 42.

Cierra domingos noche y lunes.

Precio aproximado por persona, entre 60 y 90 euros. Menú especial, 40 euros (IVA aparte). Revuelto de hongos, 15 euros. Lomo de bacalao a la brasa, 20 euros. Chuletón de vaca a la brasa (dos personas), 40 euros. Suflé de chocolate blanco y negro, 5,70 euros.

Pan ... 6,5

Café ... 6

Bodega ... 6,5

Ambiente ... 6

Servicio ... 6

Aseos ... 6,5

Pero sus méritos llegan más lejos. Arguinzoniz ha desterrado el carbón vegetal para sus famosos asados. En su lugar utiliza brasas de encina con las que perfuma los pescados y mariscos, y tocones de viñas viejas para los cortes de carne. A cada alimento su leña, o, lo que es igual, el lujo de la sencillez en estado puro.

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Tan sutil es su manejo de las parrillas que en cada uno de sus platos las fragancias de las maderas emergen desde planos secundarios sin que el humo cobre apenas protagonismo. Lo ratifican varias especialidades. En primer lugar, las angulas, las mejores del mundo, suavemente cartilaginosas, que se asan con una técnica especial y presentan notas lejanas de guindilla y ajo. A semejante nivel están las espardeñas con habitas, o la yema de huevo con ajos tiernos y pimiento rojo, dos alardes de minimalismo gastronómico. Y también el bacalao asado, de delicadeza inverosímil por su sabor intenso y textura gelatinosa. En la misma línea, las cocochas asadas con guisantitos frescos, y la cigala real y las gambas rojas, cuyos aromas yodados se refuerzan con las fragancias volátiles de las maderas.

Aunque en esta casa es imprescindible atender las sugerencias del día, no se puede pasar por alto el chuletón, uno de sus grandes hitos. Se sirve crujiente y churruscante por fuera, y jugoso y dulzón por dentro. Una delicia.

Víctor Arguinzoniz, en la parrilla del restaurante Etxebarri, en Atxondo (Vizcaya). Abajo, el caserío donde se sitúa.
Víctor Arguinzoniz, en la parrilla del restaurante Etxebarri, en Atxondo (Vizcaya). Abajo, el caserío donde se sitúa.SANTOS CIRILO

CIENCIA Y TÉCNICA EN LOS ASADOS

ETXEBARRI, típico caserío vasco reconvertido con acierto en restaurante, se encuentra en el centro de un bucólico valle que rodean los riscos de Amboto, parajes de gran belleza y a menos de 30 minutos de Bilbao, cerca de Durango. Los méritos que acumula Víctor Arguinzoniz, virtuoso de los asados, no sólo se basan en la selección de las maderas, sino en los artilugios que ha diseñado para lograr que sus recetas alcancen la perfección técnica. No en vano se le ha denominado el Ferran Adrià de las brasas. Coladores con forma de sartenes, parrillas mínimas y receptáculos volados para templar las chuletas con brasas aéreas, justifican su incipiente fama. Arguinzoniz asa yemas de huevo manteniendo intactas sus texturas. También prepara un chorizo casero con carnes de cerdo ibérico salmantino de Joselito en el que sustituye el pimentón por crema de pimientos choriceros. Y elabora unas alubias rojas en horno de leña que ahoga y aromatiza suavemente por efecto del humo. Sus revueltos de setas con los hongos y perretxicos que recolecta en los montes circundantes gozan de enorme fama entre los asiduos.En el caso de las angulas, que mantiene vivas en un estanque, consigue ahorrarse un paso intermedio. Después de matarlas no las cuece en agua, sino que las adereza con aceite y guindilla y ajo y las coloca sobre una sartén-colador donde las asa fugazmente. El pan es de caserío, el café aceptable, el servicio voluntarioso, y la bodega, acaparada por los riojas, limitada pero interesante.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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