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Reportaje:

Los espías del papa

Un libro sobre secretos vaticanos desvela que Roma planeó en 1566 un regicidio para recuperar Inglaterra

Todo obispo es un ser difícil de atrapar en la red, se decía en el Imperio romano tardío. Los hubo geniales, como Teófilo de Alejandría, que para atraerse el apoyo del vencedor de una batalla inminente entre aspirantes a emperador envió a Italia a un monje con cartas de felicitación para cada contendiente. Según quien fuese el vencedor, debía entregarse la misiva a su nombre, y destruir la otra. Además de granjearse la gracia del nuevo mandamás, el prelado pretendía aumentar su fama de profeta.

Ese estar en varios lados de un conflicto es lo que Eric Frattini llama "la diplomacia del por si acaso", una de las características del servicio exterior de la Santa Sede, cuya capital, el Vaticano -probable derivación del latín vate: el lugar de los poetas, por tanto-, acoge la lujosa residencia de los papas. Frattini (Lima, 1963) acaba de publicar Secretos vaticanos, editado por EDAF, con cientos de preguntas y respuestas, algunas extravagantes, incluso escabrosas, sobre, por ejemplo, cómo se entierra a un papa -en tres ataúdes, uno sobre otro, y con tres bolsas con diferentes monedas dentro-, o qué mujer -la reina Cristina de Suecia- está enterrada entre las tumbas de Juan XXIII y Juan Pablo I.

También explica Frattini que la Constitución vaticana nunca ha abolido la pena de muerte, aunque la última ejecución se produjo por orden de Pío IX, en 1868. Del muy antiguo servicio secreto del pequeño Estado, la famosa Santa Alianza, cuenta que fue creado por Pío V, ex general de la Inquisición, para tramar la vuelta de Inglaterra a la senda del catolicismo, para lo cual había que acabar con Isabel I y colocar en el trono de Londres a la muy católica María Estuardo.

¿Cuál es el índice más bajo del Vaticano desde su creación como Estado, en 1929, tras la traumática pérdida de los estados pontificios? La respuesta de Frattini es irónica: el índice de natalidad. "Aunque en la Ciudad-Estado viven y trabajan mujeres, jamás ha habido un nacimiento. Durante el pontificado del papa Pablo VI una ciudadana italiana que visitaba la Basílica de San Pedro rompió aguas en la escalinata, pero una ambulancia la trasladó a un hospital próximo en territorio italiano", escribe. En el Vaticano hay un centro hospitalario, pero no dispone de paritorio ni de servicio de ginecología.

Otro dato curioso, teniendo en cuenta el aluvión de santos y beatos que experimenta ahora la Iglesia católica, es que de los 260 papas que ha habido en la historia de esta religión, sólo 77 han sido elevados a los altares.

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