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Dos mujeres muy distintas

Dos mujeres muy distintas han amargado la semana a Tony Blair. Una, Katharine Gun, se jugó y perdió el empleo por revelar al mundo que Estados Unidos estaba espiando a los países más neutros del Consejo de Seguridad en vísperas de la guerra de Irak. La otra, Clare Short, sabía ya entonces que el Gobierno en que servía como ministra estaba espiando al secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, pero calló. No habló hasta ayer, cuando ya no está en el Gobierno y se ha convertido en acérrima opositora de Blair.

Katharine Gun, de 29 años, se fue ayer de vacaciones por una larga temporada, lejos. Hace un año era traductora de mandarín en el cuartel general del servicio de escuchas del espionaje británico, el llamado GCHQ en sus siglas en inglés. En víspera de la guerra y de manera algo misteriosa llegó a sus manos un memorando en el que el espionaje estadounidense pedía ayuda a sus colegas británicos para espiar a los miembros del Consejo de Seguridad para conocer sus intenciones de voto sobre la guerra.

"Me quedé impactada. Pensé que el público tenía que saberlo. Teníamos que tener un debate honesto y abierto sobre por qué íbamos a la guerra, y eso no estaba ocurriendo", explicaba el miércoles en la BBC, nada más saber que el Gobierno había retirado los cargos contra ella. Y decidió filtrar el documento al semanario londinense The Observer pese a estar obligada por ley a guardar secreto sobre su trabajo.

Instinto y conciencia

"Hice lo que hice por instinto. Mi conciencia me decía que tenía que hacerlo y entonces no pensé en las consecuencias que podría tener. Si lo hubiera sabido quizá no lo hubiera hecho", reconocía. Sus abogados dicen que Katharine Gun no ha vulnerado la ley porque su objetivo era defender el interés general. "Eso dicen mis abogados, pero yo no soy experta en leyes y no llegué tan lejos", admite.

Ahora no tiene trabajo pero aún no quiere pensar en ello. Sólo quiere desconectar. "Personalmente, lo único que quiero ahora es tener un respiro de un asunto que ha dominado mi vida en el último año y que me ha absorbido a mí personalmente y emocionalmente, y a mi familia. Dejarme llevar por la corriente".

Katharine Gun no quiere entrar en interpretaciones políticas sobre las razones que han llevado al Gobierno británico a abandonar el caso. "A nivel personal quisiera saber por qué no me acusaron hasta noviembre, por qué tardaron ocho meses en hacerlo y por qué cuatro meses después han retirado las acusaciones de la manera que lo han hecho", se limita a decir.

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