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El islam y el federalismo dividen al Consejo de Gobierno iraquí

Los desacuerdos dificultan la presentación de una Constitución

Ángeles Espinosa

Los iraquíes se intranquilizan. Saben que los 25 miembros del Consejo de Gobierno están a punto de decidir asuntos clave sobre el futuro de su país. Sin embargo, en la calle sólo hay rumores. "Discuten a puerta cerrada y no sabemos lo que se está cociendo", se queja Namir Haddad, un joven profesional que expresa el sentir de muchos otros iraquíes.

No han cumplido con la promesa de tener lista la Ley Básica (Constitución provisional) a mediados de febrero para someterla a debate público. Ahora hay dudas sobre si estará preparada el próximo sábado, como preveía el plan de noviembre. Dos puntos bloquean sus discusiones: el papel del islam y el federalismo. "Estamos de acuerdo en que el islam sea la religión del Estado y fuente de nuestra legislación", asegura Adel Abdelmahdi, de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), el principal partido chií. Sin embargo, Abdelmahdi, que es el sustituto de Abdelaziz al Hakim en el Consejo de Gobierno, se muestra cuidadoso de no poner artículo alguno a ese "fuente de legislación". Y es que algunos miembros del Consejo afiliados con partidos religiosos quieren ir más allá y hacer de la sharia (ley islámica) el fundamento "único" de la futura Constitución.

La opinión del iraquí de a pie varía. Los sectores rurales y de las periferias urbanas son los más inclinados a apoyar un papel preeminente para el islam. En las ciudades y entre las clases educadas, se desea una versión laica del islam. "Si se aplica la sharia al pie de la letra, volveremos a cortar manos a los ladrones y a lapidar a las adúlteras", advierte Namir. "Además, ¿qué versión de la ley islámica se va imponer?", se pregunta, "¿la suní o la chií?". También se aprecia una división por etnias. Los kurdos son, en general, más proclives al laicismo de la ley. Lo mismo sucede con los cristianos y otras minorías religiosas.

"Aún no hemos llegado a una redacción definitiva", admitió la semana pasada Mohsén Abdelhamid, actual presidente de turno del Consejo. Abdelhamid, que dirige el Partido Islámico (suní), se ha declarado partidario de que se adopte la sharia como "principal fuente" legal. "La conexión entre el Estado y el islam es tan clara que todo el mundo está de acuerdo", defendió. No exactamente. "Hay quienes desean darle más relevancia y quienes menos", manifiesta Abdelmahdi, "pero el actual borrador deja claro el respeto a los derechos de las otras religiones".

Y es que a pesar de estar designados por EE UU, los miembros de esa presidencia representan un gran abanico de posturas políticas y se esfuerzan en tener voz propia. Tanto es así que el propio administrador civil norteamericano, Paul Bremer, ha amenazado con ejercer su derecho de veto si el proyecto de ley final establece que el islam es la única fuente de legislación. "No estamos atados por los puntos de vista de otros; somos independientes", le respondió desafiante Abdelhamid. Más conciliador, el representante chií dijo que, "aunque ha expresado su oposición en ese punto, Bremer está de acuerdo con el borrador en general".

El borrador es en realidad una fusión de varios anteriores. A raíz del plan de transferencia de poder anunciado por EE UU el 15 de noviembre, los cinco miembros kurdos del Consejo elaboraron un primer bosquejo de Ley Básica. Este documento debe servir como Constitución provisional hasta octubre de 2005, cuando, según el proyecto de Washington, se organice un referéndum para aprobar la Constitución definitiva. La mayoría de la presidencia colegiada rechazó aquel borrador inicial por entender que extendía excesivas garantías para la autonomía kurda y sugirió que se dejaran esos detalles para la Asamblea Constitucional.

Los kurdos ven esa actitud como una "táctica evasiva" para minar la independencia de hecho que disfrutan desde 1991 (cuando EE UU estableció la zona de exclusión aérea al norte del paralelo 36). Todo el mundo da por hecho que la Ley Básica se convertirá en esqueleto de la Constitución. Los representantes árabes, chiíes y suníes, coinciden en mostrar su recelo hacia un federalismo basado en líneas étnicas, pero dicen aceptar un "federalismo geográfico". "Un federalismo basado en las etnias nos conduciría por una pendiente resbaladiza", asegura uno de los cinco miembros suníes del Consejo.

Ausencia de los kurdos

El bloqueo del debate sobre federalismo basado en líneas étnicas quedó en evidencia cuando los dos principales líderes kurdos, Masud Barzani (PDK) y Yalal Talabani (UPK), faltaron al primer debate sobre ese punto la semana pasada. Según anunció el diario Al Nahdhah, Bremer realizó una visita relámpago a Salahudín, el feudo de Barzani, para conseguir su presencia en la siguiente reunión del Consejo.

Al parecer, todavía hay discrepancias sobre la cooficialidad del kurdo junto al árabe y sobre la distribución de los ingresos nacionales (el petróleo). Los límites geográficos de la región autónoma, otro asunto delicado, quedan pendientes de definición hasta la redacción de la Constitución definitiva.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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