Todo un gesto
Ha sido en Santa Fe: una edil del PP ha dimitido, obligada por su propio partido, por haber asegurado que un panfleto racista contra los gitanos a pesar de ser muy agresivo decía "grandes verdades". El tal panfleto, un texto de puro nazismo, incitaba al linchamiento de los gitanos, a su expulsión, a quemar sus casas... A la concejala le ha costado el puesto su comprensión, hecho este verdaderamente destacable teniendo en cuenta la que ha caído por otros lugares con ministros y algún presidente de comunidad autónoma como protagonistas de disparates varios, sin que al Gobierno ni al PP se le haya movido una ceja. El caso de Santa Fe se convierte así en una excepción digna de aplauso. En el panfleto se reclama la unión de los "payos" para linchar a los gitanos, a los que culpan los autores de los problemas de droga y delincuencia del pueblo. Lo que no consideran esos tipos es que incitar a linchar a la gente y a quemarle sus viviendas es un acto de delincuencia suprema, porque está claro que hay quienes en su afán de "limpieza" pueden creer que es bueno cualquier método para conseguirla.
No es bueno seguir considerando menores, y reducidos al sentir de muy pocos, episodios como el de Santa Fe, porque mientras entre todos tratemos de no llamar a las cosas por su nombre y, por tanto, no las afrontemos como asuntos graves necesitados de tratamientos rigurosos, lo que nos parece menor será cada vez mayor y más peligroso. En esta ocasión, la reacción política ha estado a la altura de la decencia y el hecho de haber cortado por lo sano, haciendo dimitir a la concejala entusiasta de las "verdades" que, según ella, se vertían en el panfleto repugnante, se ha convertido en todo un ejercicio de pedagogía democrática que hay que celebrar en todo su valor. A los tibios, a quienes consienten, callan, o simplemente entienden las razones de los racistas, a quienes disculpan la violencia de los que quieren ejercerla en nombre del orden y la seguridad, les hacen faltas gestos como ése de la concejala dimitida o cesada, que es un gesto de autoridad democrática y que lleva implícita la condena más absoluta al racismo puro y duro que exhibía el panfleto de marras. Frente al racismo anónimo, el gesto del PP de Santa Fe ha sido una plausible y pedagógica lección de democracia.
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