Lady Macbeth 2004
La "buena nueva" ha saltado en Sevilla, y no es otra que ha nacido una nueva Lady Macbeth. El personaje es endemoniado y tiene, por si fuera poco, el peso aplastante de la tradición. Que si Maria Callas, que si Leonie Rysanek, que si Shirley Verrett. La maldición planea sobre una ópera que debía llevar nombre de mujer y de la que siempre el principal problema es encontrar la protagonista femenina.
Pues bien, la lituana Violeta Urmana ha pasado como un ciclón por el escenario del Maestranza encarnando al temible personaje. Está en un momento de cambio de mezzosoprano a soprano dramática. Importa poco el matiz ante la contundencia del resultado artístico. Urmana ha transmitido fuerza y pasión, temperamento y coraje, sentido y sensibilidad. En la escena del sonambulismo dejó a la sala sin respiración, en las arias dramáticas asombró con su estela de gran trágica. Impresionan su presencia, su entrega, su ardor. Tiene técnica sobrada, belleza tímbrica para dar y tomar, musicalidad sin trampa ni cartón. Una nueva Lady Macbeth ha aparecido en 2004 en el firmamento operístico. La luz verde se ha encendido en la primera de las óperas de Verdi, a partir de un texto de Shakespeare. Resuelto el escollo mayor, Macbeth podía funcionar.
Macbeth
De Giuseppe Verdi. Con Carlos Álvarez, Violeta Urmana, Giacomo Prestia, Alfredo Nigro, José Sempere, Marcella Polidori y Sergio Fontana. Orquesta Sinfónica de Sevilla. Director musical: Daniel Lipton. Director de escena: Giancarlo Cobelli. Escenografía y vestuario: Carlo Diappi. Producción del Teatro Comunale de Módena. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 21 de febrero.
Y funcionó, claro que sí, al menos vocalmente. Debutaba en el papel que da título a la obra el barítono malagueño Carlos Álvarez, voz de claros acentos y expresividad verdiana. Su fraseo noble, su empuje interpretativo, su nítida dicción, resplandecían. Algunos problemas de emisión frenaban, sin embargo, su capacidad de comunicación. No está redonda todavía la definición del personaje. Cuestión de rodaje, supongo. En el Liceo de Barcelona se presenta el mes próximo. Seguramente allí estará en su condición óptima. En Sevilla le ha faltado un hervorcillo.
Impoluto, impecable, estuvo el bajo Giacomo Prestia como Banquo. Con evidente clase y recursos salvó su aria el tenor José Sempere (Macduff). Era noche de voces, no excesivamente catapultadas por una dirección irregular de Daniel Lipton, caprichosa de tempos y sin una atmósfera a la altura de las circunstancias, con una Sinfónica de Sevilla sin la magia de sus grandes noches y un coro, sin embargo, al nivel de sus días mas inspirados.
La puesta en escena fue irrelevante y abusó, sin venir a cuento, de los torsos desnudos. Lo más decepcionante es que, incluso aceptando la interesante idea de achicar el espacio para forzar la concentración de la escena, aquello no acababa en ningún momento de arrancar. Sin evolución de los personajes, sin definición de las situaciones, con una oscuridad extremada, sin fascinación estética.
Violeta Urmana se llevó al final el gato al agua con un éxito apoteósico.
Babelia
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