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NUEVOS MODELOS DE FAMILIA

El 'baby boom' de las adopciones

En los últimos siete años España se ha convertido en el tercer país que más adopta del mundo

Patricia Ortega Dolz

Hasta que Marina Gómez de Cadiñanos, trabajadora de banca de 42 años, y José Manuel Yáñez, periodista de 40, llegaron a aquel vetusto orfanato de Sebastopol (Ucrania), se sentaron frente a aquella seria directora con aire soviético y comenzaron a ver los expedientes de aquellas niñas para, entre ellas, elegir a la que sería su hija... hasta entonces, pasaron muchas cosas.

"Sólo recuerdo que una de las tres niñas que vimos fotografiadas en los expedientes no tenía brazos. Que el desconcierto y el collage de emociones de aquellos momentos, después de casi un año de búsqueda, es indescriptible. Y que, antes de que terminaran de traducirnos los problemas de salud de la tercera niña, hice que pararan y dije: ésta, ya basta", recuerda Yáñez.

Un proceso requiere que los padres estén preparados económica, física y mentalmente
Los cambios en la legislación de los países determinan la elección de los potenciales padres
El tiempo medio es de dos a cuatro años, y el coste, entre 14.000 y 20.000 euros

Aquella niña de 21 meses, que tenía parasitosis y un leve problema motor, era Svetlana Valentínovna Belova, una de los 100.000 niños que saturan los orfanatos ucranios. Había sido encontrada en un bar y no se conocía progenitor ni fecha exacta de nacimiento. Hoy es Laura Yáñez Gómez de Cardiñanos, con tres años cumplidos el pasado 14 de febrero y residente en Madrid.

Las adopciones internacionales en España se han disparado en los últimos años. Las cifras del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, correspondientes a 2002, hablan de 3.625 adopciones, frente a las 942 registradas en 1997. Y la demanda llega a triplicar a la oferta.

La mayoría de los niños que se adoptan hoy en España (un 40% en 2002) procede de China, y son casi siempre niñas porque la política del hijo único de aquel país favorece el abandono de pequeñas. En 2002 se adoptaron en España 1.427 menores chinas. Rusia es el segundo destino preferido por los españoles para prohijar (809 en 2002), seguido de Ucrania (358) y Colombia (271). Pero esa tendencia era distinta hace cinco años, cuando la mayoría de los niños adoptados procedía de Latinoamérica y países del Este. Los cambios en la legislación de los países de origen son determinantes en la elección de los potenciales padres, ya que no adoptan donde quieren, sino donde pueden.

España se ha convertido así en el tercer país que más adopta del mundo, después de EE UU y Cánada, en términos relativos.

Las razones: "La adopción de niños españoles ha disminuido. La calidad de vida en España ha mejorado mucho y cada vez hay menos gente que se ve obligada a dejar a sus hijos en manos de las instituciones. Aunque ahora ha vuelto a subir un poco con motivo de los abandonos de niños de mujeres inmigrantes. Y, por otra parte, la situación procesal es complicada para la adopción nacional, que concede muchas licencias a los padres biológicos, sobre todo en el caso de niños que pasan de un acogimiento simple a uno preadoptivo, como el caso del niño de El Royo (Soria). Y los posibles adoptantes prefieren no pasar el mal trago de que le den un niño para luego quitárselo", señala Rosa María Beltrán, madre adoptiva de dos niños y directora del Instituto Catalán del Acogimiento y la Adopción.

Efectivamente, la posibilidad de adopción nacional ha venido siendo muy escasa en relación a la avalancha de solicitudes que hay. Y se ha mantenido casi constante a lo largo de estos últimos años (entre 900 y 1.000 anuales). De hecho, en Madrid se ha vuelto a abrir la lista hace unos días, después de estar cerrada desde 1999.

Sin embargo, ésa no es la única razón que ha contribuido a que muchas personas hayan optado por la adopción internacional. Asociaciones de familias adoptantes, agencias de adopción y técnicos de la Administración, coinciden en señalar otros aspectos.

En primer lugar, la adopción ha pasado de ser un tabú, hace diez años, a ser algo socialmente admitido. "Antes la gente se escondía y se lo ocultaba a sus hijos. Ahora es algo natural", comenta Beltrán. "Ha pasado de ser un hecho vergonzoso a un acto humanitario", explica Paco Rúa, portavoz de la Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el Acogimiento (CORA).

Además, el hecho de que España suscribiera y ratificara el Convenio de La Haya (1993), cuyo objetivo era justamente el de regular las adopciones internacionales para evitar la existencia de mafias que traficaran con niños, facilitó la tarea y, sobre todo, la información.

Hay un aspecto sociológico nada deleznable y es que el modelo de familia tampoco es ya el que era. Las parejas tienen hijos mucho más tarde o no los tienen, tanto porque la mayoría de las mujeres trabaja como por el hecho de que la situación laboral de difícil acceso al empleo estable dilata la llegada del planteamiento de la maternidad o de la paternidad.

También cada vez son más las familias monoparentales: personas solas, más mujeres que hombres, que deciden tener hijos a edades maduras. O parejas formadas por personas separadas o divorciadas tras relaciones anteriores, incluso con hijos biológicos de aquellas. O parejas gays... Pero lo más común son parejas heterosexuales con una media de 43 años, de clase media y que no pueden tener hijos.

"Por todos esos factores , España vive hoy en el boom de las adopciones, que durará tres o cuatro años más. Y después se estabilizará, tal y como ha ocurrido en otros países", asegura Beltrán. "Es un boom pasajero porque esos países también mejorarán y se quedarán con sus hijos, como nosotros", agrega Martín Marrón, responsable del servicio de menores de la Comunidad de Madrid.

El mundo de las adopciones tiene sus luces y sus sombras. Y para afrontar un proceso adoptivo, ante todo hay que estar preparado económica, física y mentalmente y no olvidar que, ante todo, y también ante el deseo de ser padres, siempre prevalece el derecho del niño a tener una buena familia.

"Después de nueve años casados, no habíamos conseguido tener hijos y no nos habían diagnosticado ningún problema de infertilidad. Así que nos planteamos lo de la adopción y nos dirigimos a la Comunidad de Madrid, ya que las competencias están transferidas", explica Yáñez.

A partir de ese momento empieza un circuito de sesiones informativas y entrevistas con psicólogos y trabajadores sociales y de papeleos para la obtención de otros papeles, que dura entre dos y cuatro años y que tiene un coste medio de entre 14.000 y 20.000 euros, dependiendo del número de viajes que haya que realizar al país de origen del niño, de los honorarios del traductor y de las tarifas de la agencia de adopción Ecai (entidad colaboradora para la adopción internacional autorizada por la Administración, que se dedica a establecer los vínculos con el país de origen y garantiza un seguimiento del caso. En España hay 38, según el Ministerio de Asuntos Sociales).

Las asociaciones de familias han reivindicado hasta la saciedad que se homologuen los baremos de las comunidades para obtener el ansiado certificado de idoneidad o pasaporte para la adopción, y las tarifas de las Ecais.

"En Madrid existe un control de las 13 Ecais y hay establecida, por ley, una tarifa tope que es de 11.000 euros por la gestión", señala Martín Marrón, responsable del servicio de atención al menor.

Una comisión del Senado les dio la razón a los adoptantes al señalar que "los procesos de obtención del certificado de idoneidad son sensiblemente diferentes por comunidades autónomas y estas diferencias se acentúan también en relación a sus efectos, plazos y costes". Además, el mismo informe llama la atención sobre la sensación de las familias de estar siendo sometidas a "un juicio sumarísimo" para obtener el certificado.

"El 26 de octubre de 2001 tuvimos nosotros la primera charla informativa en la Consejería de Servicios Sociales, junto a otras nueve parejas. Fue de lo más desalentador y desmotivante", recuerda Yáñez. "Pero nosotros lo teníamos claro. Nos dieron un curso de formación de tres días en enero y un certificado del mismo que unimos a toda la documentación para solicitar el certificado de idoneidad. Después buscamos a ciegas y por unos 600 euros, como la mayoría, un profesional del colegio de psicólogos y otro del de trabajadores sociales para que indagaran en las entrañas de nuestras vidas y nos hicieran el certificado de idoneidad (negativo o positivo), porque en el turno de oficio de la Comunidad te eternizas".

Las consejerías y los consulados de los países de niños adoptables, según los propios técnicos, andan carentes de personal para estas tareas ya que, más que la adopción internacional, a la Administración le interesa promocionar el acogimiento y la adopción nacional, pese a su tortuosa legislación. La consecuencia es un largo proceso burocrático y desigualitario, y una "inmensa sensación de soledad y desamparo" de los potenciales adoptantes.

"Al principio elegimos China para adoptar una niña, y cambiamos a Ucrania cuando vimos que se paralizaban las adopciones por la neumonía asiática. No encontramos ninguna Ecai que tuviera vínculos con Ucrania y decidimos ir por libre", cuenta Yáñez.

Esa decisión significaba gestionarse todo solos. Buscar una persona que les tradujese su expediente de adopción al ucranio, buscar un contacto (facilitador) en Ucrania que fuera intérprete y gestor allí. Fiarse de ambos sin conocerles de nada y tras pagarles 12.000 euros sin recibo alguno. Recorrer centenares de kilómetros en su compañía por carreteras y hoteles de mala muerte. Y siempre solos. La suerte y el tesón quisieron que, tras un primer viaje fallido a Kiev, acabasen el 11 de noviembre de 2002 recogiendo a Laura en aquel orfanato de Sebastopol.

Laura Yáñez Gómez de Cardiñanos,  con sus padres.
Laura Yáñez Gómez de Cardiñanos, con sus padres.GORKA LEJARCEGI

¿Y los homosexuales, qué?

La reciente e innovadora sentencia dictada en Navarra a principios de esta semana que, acogiéndose a la Ley de Parejas de Hecho, concede a una pareja de lesbianas la patria potestad compartida de dos niñas gemelas, hijas biológicas de una de ellas, ha reavivado el debate sobre los derechos de las parejas homosexuales.

El matrimonio y la adopción son los dos grandes caballos de batalla de este colectivo y algunas comunidades autónomas han utilizado la transferencia de las competencias en la materia para tratar de sacar adelante su propia legislación, y contribuir así a la equiparación de derechos de homosexuales y heterosexuales.

La Generalitat ha sido la última en ponerse a preparar una ley para que las parejas gay puedan adoptar hijos. Se convierte así en la cuarta comunidad autónoma en impulsar una normativa de este tipo. Después de que lo hicieran Navarra y País Vasco, donde dicha normativa permanece en suspenso tras el recurso presentado ante el Tribunal Constitucional por el Partido Popular, y Aragón, donde está pendiente de aprobación.

Recientemente, la secretaria de familia del departamento de Bienestar y Familia de la Generalitat, Montserrat Tur, señalaba que prohibir la adopción a los homosexuales "puede vulnerar los derechos del niño, porque muchos ocultan su vida en pareja y, por tanto, se hace la valoración sin conocer a un miembro de la familia".

Según Paco Rúa, portavoz de CORA, el porcentaje de adopciones que pertenecen a parejas homosexuales es desconocido, "ya que si la convivencia con otra persona del mismo sexo es mencionada en el informe de idoneidad respectivo, esto implica de facto la imposibilidad de adoptar en los distintos países -en China, por ejemplo, la homosexualidad es considerada una enfermedad-. En algunos casos son extremadamente inquisitivos en este sentido, y llegan a extremos de manifestar simples sospechas o intuiciones de vida en pareja en los estudios". En el código deontológico de esta asociación, que aglutina a otras 20, se exige la no discriminación por esta condición.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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