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Reportaje:

El carnaval de Cádiz estalla hoy en Chueca

60 músicos gaditanos dejan por primera vez las fiestas de su ciudad para enseñar en Madrid el arte de la poca vergüenza

Nieve, llueva o diluvie, a partir de las ocho de esta tarde el barrio de Chueca parecerá tan gaditano como El Mentidero o Santa María. Sesenta músicos de seis agrupaciones carnavaleras de Cádiz desembarcan hoy del Talgo, casi todos sin dormir, directos desde la final del concurso del teatro Falla que se celebró anoche, para enseñar en El Foro las últimas creaciones chirigoteras, también llamadas el arte de la poca vergüenza o la poca vergüenza hecha arte.

Entre los grupos que han aceptado salir de su ciudad por primera vez en pleno carnaval (Manolo Caracol ya traía a Los Beatles de Cádiz a su tablao Los Canasteros, pero sólo cuando acababa la fiesta), están algunos de los más celebrados de los últimos años: las chirigotas ilegales Los Fantasmas, Las Niñas, Sincronizadas y Las Fans

, el romancero Salvador Fernández y la comparsa Los Gaditanos. Se les conocen como ilegales porque actúan por libre, sin inscribirse en el concurso oficial que se celebra cada año en el teatro Falla.

Si cogen el tren, una cosa es segura: nadie se escapará de la mezcla de ingenio, acidez, alegría y subversión que define a Cádiz: habrá romances sobre la boda de Letizia Ortiz y Felipe de Borbón (Princesa por sorpresa), cachondeo general sobre Bush y Aznar...

La sátira social y política más feroz y ácrata llega a la capital bajo los auspicios del Ayuntamiento del PP, que encargó esa gestión improbable a los promotores musicales Juan Verdú y Luis Lázaro, grandes amantes y conocedores de la ciudad con más aje de Europa.

"Vamos a llenar de alegría una ciudad sin alegría", comenta Lázaro. "Y lo vamos a hacer como debe ser: en la calle. Porque el carnaval de Cádiz no sólo se juega entre los 170 grupos que acuden al Falla, sino sobre todo en la ciudad, donde a la voz de 'vamo a cuchá' actúan cientos de los grupos llamados ilegales, que no aceptan someterse a la disciplina del concurso".

El programa combina legales e ilegales, pero todos los repertorios se despliegan con una estructura fija: primero, la presentación; después, los cuplés; luego, los pasodobles, las canciones diversas ("en clave rock, son, rumba, tangos o lo que sea", dice Lázaro) y por fin el popurrí, "que combina piezas de autor y parodias de melodías célebres con las letras cambiadas".

De los seis grupos que vienen, Las Niñas son quizá la chirigota más conocida, porque ya han actuado varias veces. Son varias hermanas (depende del día, se anuncian cinco aunque a veces salen 10), y su líder, Ana López Segura, es además una romancera (recitadora de romances en verso) carismática y lúcida: es la primera mujer que ha ganado el concurso de romances (2002 y 2003). El número colectivo La tela te lo vale, sobre las vendedoras gitanas de El Piojito (el Rastro de Cádiz), es una bomba, pero Ana anuncia además un especial de la boda real, Princesa por sorpresa, que dice, entre otras cosas: "Con la cantidad de telediarios que me tuve yo que hacer pá amueblarme el dormitorio / y ahora me caso con éste ¡y me lo dan todo de balde!".

Otro gran romancero es Salvador Fernández Miró, conocido también como El Dentista (es odontólogo ilustre en la vida real, y la belleza de sus enfermeras tiene fama en toda la provincia). También le llaman El Auténtico Satanás por esta presentación: "Soy Lucifer, soy Belcebú, soy Satanás, / tengo más nombres que Froilán".

Sincronizadas son "un cuarteto de tres" y traen un montaje de "natación sincronizada interactiva": el público agita un plástico azul (la piscina) y ellas hacen posturas imposibles con la ayuda de unos expositores de medias.

Los Fantasmas son una de las chirigotas ilegales de más éxito: llevan 12 años triunfando en la calle, y traen como estrellas al compositor Juan Romero, Caracol; a Antonio Matos, El Mato, y a Manolo Padilla, hermano de la actriz Paz Padilla. Y cantan: "En Cádiz los pisos por las nubes, / y en Manhattan las torres por los suelos".

Las Fans son los autores de títulos como Aquellos maravillosos años de la dictadura o Los hermanos Vicario (un híbrido de tenista y cura), una agrupación compuesta por 12 jóvenes actores-cantantes-animadores de calle.

Y Los Gaditanos son en realidad la comparsa Guadalupe, cinco músicos y 10 cantantes

que el año pasado ganaron el primer premio del concurso del Falla: toda una garantía de arte, música a compás y desvergüenza.

Programa y horario flexibles

Los músicos y letristas de Cádiz se llaman amateurs, cosa curiosa en gente que se entrega a su oficio bastante más que muchos profesionales. "Están todo el año inventando", cuenta Luis Lázaro. "Se reúnen en garajes, locales, bares o casas, y ensayan y ensayan. Y en febrero estalla toda esa creatividad, y muchos van a los estudios La Kaleta a grabar su repertorio".

Esos estudios, añade el que fuera mánager de Compay Segundo, baten cada año un récord mundial: graban de 80 a 100 discos en un mes. "Pueden porque los grupos son los únicos que yo conozco que graban en tiempo real: una hora de grabación, una hora de música".

El talento y la diversión están asegurados esta tarde-noche. La cosa empieza, a las ocho, en distintos puntos de Chueca: las calles de San Bernardino, Barbieri, la plaza del Mercado de Fuencarral, la plaza del Rey y la de Tamayo y Baus (junto al María Guerrero). El escenario principal está en la plaza de Vázquez de Mella, donde concurrirán hacia las 22.00 las seis agrupaciones para dejar lo mejor de sus repertorios hasta las 24.00. Pero el horario, como todo en Cádiz, será relativo. Los participantes han prometido que seguirán cantando por las calles "hasta que el público se duerma y haya que coger el tren de vuelta".

Se han elegido calles estrechas y lugares con buena acústica y visibilidad, cosa indispensable para entender los endemoniados textos de las chirigotas y el inextricable acento gaditano.

El fin de fiesta, como es obligado, será con Los anticuarios, el himno extraoficial del carnaval gaditano. La letra hace referencia a unos duros antiguos que aparecieron en una playa de Cádiz, y son unos tanguillos creados en 1905 por el genial guitarrista, compositor y letrista Antonio Rodríguez, El Tío de la Tiza (Conil, 1883-Sevilla, 1912), que debe su apodo a que durante sus tertulias en la tienda de vinos La Lonja, pedía una tiza y una pizarra para ir apuntando sus consumiciones.

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