De Perpiñán a la segunda crisis del tripartito
El Gobierno catalán sufre una nueva sacudida en sólo 23 días desde que trascendió que Carod se reunió con ETA
Domingo, 4 de enero. Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat, apura las últimas horas de unas vacaciones en Turquía tras la constitución del Gobierno tripartito. El conseller en cap, Josep Lluís Carod Rovira, le sustituye esos días como máxima autoridad de la Generalitat. Su responsabilidad institucional no altera sus planes. Carod sabe desde hace tiempo, desde antes incluso de su éxito en las elecciones catalanas (el 16 de noviembre de 2003), que tiene una cita a la que no faltará. ETA le ha citado en Perpiñán. Acompañado de Jaume Renyer, de su absoluta confianza, miembro del Consejo Consultivo de la Generalitat, y de dos personas más cuya identidad no ha trascendido, el conseller en cap viaja al sur de Francia para reunirse con la cúpula terrorista.
El líder republicano concertó la cita con la banda antes de las elecciones autonómicas
¿Puede trascender algo nuevo de aquella reunión? "Quizás una foto", respondió Carod
Tres semanas después, el día 25, Abc publica la noticia. El tripartito sufre una sacudida y logra sortear la primera fase de la crisis con la salida de Carod del Gobierno. Pero la historia no está acabada. ETA, con su comunicado de ayer, ha puesto al primer Gobierno de izquierdas en Cataluña desde tiempos de la República al borde de la quiebra.
Carod, la noche del 25, habla por teléfono con Maragall y Joan Saura, consejero de Relaciones Institucionales, para citarles a primera hora del lunes. No les informa de la noticia. También contacta con amigos -el sociólogo Salvador Cardús, el ex abad de Montserrat, Cassià Just y el abogado August Gil Matamala- para que le acompañen durante la declaración del día siguiente. Cuatro o cinco miembros de ERC están al corriente del contacto con ETA.
Terriblemente serio, sin ápice de su ironía, Carod lee una declaración pública: "Alguien tenía que hacer lo que yo hice (...) Hubiera sido muy irresponsable negarse a hablar con ETA pudiendo contribuir a la paz (...) No hubo ningún acuerdo, ni pacto, ni menos aún contraprestación; hubiera sido imposible porque no hablé en nombre de ningún Gobierno", dice. Carod no da detalles del encuentro. Ni siquiera identifica a Josu Ternera y a Mikel Albizu como sus interlocutores. Más tarde se sabrá que la reunión duró seis horas, seguramente en una casa alquilada por ETA. La organización terrorista habría elogiado en esta cita el camino tomado por Esquerra, árbitro del Gobierno catalán, y habría anunciado su disposición a declarar una tregua progresiva.
Carod, que llevaba tres años aguardando la cita, rechaza el planteamiento, intenta persuadir a los etarras de que dejen la violencia y se niega en redondo a firmar un documento en el que debería aceptar cualquier vía para conseguir la "liberación" de Euskadi. La reunión fracasa. "No sirvió de nada", confesaría después Carod. ETA también emitió entonces un comunicado en el que aseguraba que no se había alcanzado ningún acuerdo con ERC.
Carod escribió a la vuelta de Perpiñán unas notas. Su partido entregó a los periodistas un comunicado, titulado ERC por la libertad y la solidaridad entre los pueblos, en el que el partido expone su deseo de que la sociedad vasca, por vías exclusivamente políticas, encuentre la paz. Y se pone a disposición de los agentes políticos y sociales vascos para contribuir a ese escenario.
Pero la crisis ya había estallado. José Luis Rodríguez Zapatero, líder del PSOE, defensor a ultranza del Gobierno tripartito frente a los barones de su partido, deja inicialmente la resolución del conflicto en manos de Maragall. El presidente catalán mantiene un tenso silencio y en la noche del lunes rechaza la dimisión de Carod, aunque le retira las relaciones exteriores. Zapatero no se conforma y, horas después, emite un comunicado más duro en el que insta a Maragall a destituir a Carod. El PSOE y el PSC están al borde de la ruptura. Justo lo mismo que le sucede al tripartito un día después. Cataluña está horas sin gobierno. Maragall exige a Carod que acepte ser un consejero sin cartera o que salga del Ejecutivo. ERC se niega y amenaza con irse en bloque. Saura y Antoni Castells, consejero de Economía, y varios consejeros de Esquerra tienen un papel determinante para resolver la crisis. Al final se alcanza una solución que contenta a todos. La idea la sugiere Joan Puigcercós, diputado en el Congreso y dirigente de ERC. Carod se queda sin cartera pero será candidato a las elecciones generales como cabeza de cartel.
El PSOE se da por satisfecho inicialmente con la resolución de la crisis y empieza a preguntarse por el origen de la filtración del diario Abc al sostener que el Gobierno había utilizado al Centro Nacional de Inteligencia para erosionar al tripartito en lugar de actuar contra ETA. Carod se somete al final de esa semana a una tensa sesión en el Parlamento catalán en la que recibe unas agrias acusaciones de CiU -"¿Quién se ha creído que es usted, señor Carod?", le espeta Josep Antoni Duran- y del PP. Maragall es más magnánimo: condena el error político de Carod, pero dice que prefiere su ingenuidad y buena fe al inmovilismo del PP en materia antiterrorista. Maragall le pide a Carod que por lealtad institucional informe al Gobierno el contenido de su reunión con ETA y le deja abierta su vuelta al Ejecutivo catalán.
Carod, que defiende que ha actuado según su conciencia, dimite días después y se toma unos días de vacaciones en l'Alguer, en Cerdeña. No da explicaciones al Ejecutivo. Las elecciones se acercan y Maragall, por sorpresa, dice el domingo que ha perdido la confianza en el ex conseller en cap. Se reunieron el martes. La cinta de ETA ya está en ETB. Quizá ERC aguardaba un milagro, una tregua en toda España o el abandono de las armas. No fue así. "Es una carta bomba para Cataluña", dijo Maragall. Y Carod la tildó de "inmoral" y "zafia". El tripartito pende de un hilo cada vez más fino.
Entrevistado el mismo martes por Iñaki Gabilondo en Hoy por hoy, de la Cadena SER, Carod dijo que en la reunión con ETA sólo defendió las posiciones de su partido. Preguntado en dos ocasiones si podía trascender algún elemento nuevo de aquella entrevista, Carod aventuró que quizá "una foto".
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