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ROBÓTICA | Vehículos terrestres autónomos

El desafío del comportamiento inteligente

El próximo 13 de marzo comienza el Grand Challenge (Gran Desafío) para vehículos terrestres autónomos, lanzado por la Agencia de Investigación y Desarrollo del Departamento de Defensa de EE UU (DARPA, en sus siglas inglesas). El reto es conseguir un "comportamiento inteligente en un vehículo terrestre militar" no tripulado, ni siquiera por animales, y tampoco teledirigido.

Se trata de recorrer, en 10 horas de movimiento como máximo, 400 kilómetros entre Los Ángeles y Las Vegas, la mayor parte de ellos campo a través, por el Valle de la Muerte del desierto de Mojave: un catálogo completo de pendientes, torrenteras y socavones.

Los equipos participantes pueden estar formados por empresas, instituciones educativas o particulares, pero siempre estadounidenses. De los más de 100 que han solicitado participar en la prueba, serán seleccionados un máximo de 20. El premio: un millón de dólares (unos 780.000 euros) para continuar con el proyecto de investigación. Poco, si se compara con los 116.000 millones de euros que el Pentágono destinará en los próximos seis años al Sistema de Combate Futuro, un programa de investigación con el que se pretende reinventar la guerra, y en el que trabaja el DARPA.

Uno de los vehículos con más posibilidades de participar en la prueba es el TerraMax, diseñado por la Universidad Estatal de Ohio en colaboración con el Laboratorio de Visión Artificial y Sistemas Inteligentes de la Universidad de Parma, en Italia. El TerraMax es un camión de 2,75 metros de alto y 2,5 toneladas de peso. Está preparado para ver la ruta y para decidir qué hacer: acelerar, frenar, girar. Los artefactos participantes no pueden recibir ninguna orden durante la carrera, salvo si los jueces deciden desconectarlos. Los miembros de cada equipo tienen que contentarse con ver cómo se las arreglan sus criaturas desde la distancia.

El TerraMax utiliza para orientarse y prever movimientos un filtro de Kalman: un algoritmo (una lista de instrucciones) que integra mediciones diversas sobre la situación del camión. En el caso del TerraMax, el filtro de Kalman procesa los datos aportados por un Sistema de Navegación Inercial (INS) y un Sistema de Posicionamiento Global Diferencial (DGPS).

El INS determina la posición del camión, a partir de su desplazamiento estimado tomando como referencia el punto de partida. Incluye un acelerómetro, que mide las fuerzas de inercia generadas por la aceleración, y dos giróscopos, que registran la rotación del camión respecto a un eje de referencia. No en vano el TerraMax debe estar preparado para derrapar, encabritarse y rodar sobre sí mismo.

Por su parte, el DGPS informa sobre la posición de un objeto en movimiento en la superficie terrestre utilizando no sólo datos vía satélite (como el GPS), sino también los que suministra una estación terrestre que sirve de referencia, con lo que se aumenta al máximo la precisión de la posición (aproximadamente un metro).

El TerraMax no se limita a seguir el mapa del terreno que tiene memorizado. Los vehículos tienen que afrontar situaciones imprevistas. Lo advierte la organización: "Los sensores y otros procesadores de datos deben ser capaces de evitar colisiones con cualquier obstáculo, móvil o estático, que pueda haber en la ruta".

No será una carrera agresiva; se buscan vehículos sensibles, no apisonadoras. No se puede estorbar a los que van más rápido, sacar de la ruta a los competidores, arrojarles objetos o echar humo para confundirlos y, además, hay que respetar el entorno natural. El Gran Desafío lo es tanto que quizá no haya ningún ganador, algo que no está frenando la expectación que levanta la prueba. Y si nadie vence, el año que viene los investigadores volverán a ser desafiados.

El camión TerraMax que aspira a participar en la carrera de vehículos robotizados Grand Challenge.
El camión TerraMax que aspira a participar en la carrera de vehículos robotizados Grand Challenge.OHIO STATE UNIVERSITY

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