Jardines de Barcelona
Un libro del arquitecto Miquel Vidal recorre la historia de la ciudad a través de sus parques y jardines
Los parques y jardines de Barcelona son un claro exponente del lema mejorar el interior y dignificar la periferia que caló hondo durante los años en que el arquitecto Oriol Bohigas llevó las riendas del urbanismo municipal. Así opina el también arquitecto Miquel Vidal Pla, autor del libro Jardins de Barcelona, presentado el pasado miércoles en el hivernacle de la Ciutadella, el parque barcelonés por excelencia. Recrea los escenarios de aquella ciudad de los prodigios y de la Renaixença que se forjó entre las dos dos exposiciones universales que marcaron su desarrollo. El Turó Park, el Parc Güell y el jardín de la Universidad son algunos de los exponentes de aquella época. No oculta su predilección por el Laberint d'Horta, iniciado en 1791, porque permite relacionar un jardín de Barcelona con las grandes corrientes de los jardines europeos, algo nada habitual. De los jardines de "última generación" destaca Vidal el de Diagonal Mar, diseñado por Enric Miralles, por su "creatividad sin límites".
De los parques nacidos con voluntad de "coser diferentes fragmentos del territorio" destaca el Parc Central de Nou Barris
Vidal considera justificado el entusiasmo que los parques y jardines barceloneses despiertan en los visitantes. Para entender la constelación de plazas, paseos y jardines que surgieron con los ayuntamientos democráticos hay que hacerlo, según señala, "en clave política". De los parques nacidos con voluntad de "coser diferentes fragmentos del territorio" destaca el Parc Central de Nou Barris. Carme Fillol y Enric Franch, redactores del proyecto, utilizan un lenguaje "esteticista" que transforma los objetos cotidianos en "casi esculturas", según Vidal. A los enormes triángulos de madera que despuntan en el Parque de Nou Barris se les conoce popularmente como "las peinetas".
Pero los jardines también han tenido un periodo gris. La teniente de alcalde Imma Mayol, se refirió a ellos. Es el periodo que siguió a la Guerra Civil y a la larguísima posguerra pese a que, según Mayol, algunos de los parques que se conservaron actuaron de bálsamo para muchas personas.
La historia de la ciudad ha dejado su huella en los espacios verdes tanto en los mejores momentos como en los peores: antiguos acuartelamientos militares de triste recuerdo dieron lugar a grandes parques en la Ciutadella y en Montjuïc. No faltan jardines que expresan "la intensidad de la rauxa barcelonesa". El principal exponente lo sitúa Miquel Vidal en los originales jardines que el doctor Altimira mandó construir en su finca del paseo de la Bonanova. Según lo poco que se conserva de ellos y gracias a las descripciones literarias, lo más atractivo del jardín de Can n'Altimira eran "las galerías y grutas subterráneas que formaban un mundo secreto y vinculaba el jardín a la casa de una forma atípica". A través de las grutas se filtraba la luz de la luna a la parte del jardín que se sumergía en la tierra invitando "al sueño y a la evasión".
Al referirse a los jardines de Barcelona es obligado recordar al paisajista Rubió i Tudurí, alumno aventajado del gran Forestier. Dejó pruebas evidentes de su talento en el Turó Park, en el Parc de la Ciutadella y en muchos otros enclaves. Lugar preeminente ocupan también los jardines de cactus y plantas exóticas de Mossèn Costa i Llobera. El microclima de la ladera más soleada de Montjuic, donde está situado, unido a la proximidad del mar que suaviza las temperaturas, le convierten en un jardín temático de gran valor.
Miquel Vidal elogió el trabajo realizado por el fotografo Miquel Tres, así como la colaboración del catedrático Jordi Aguilà, responsable de los capítulos sobre vegetación y botánica. Entre los tres han confeccionado una publicación que anima a revisitar los jardines de Barcelona con una mirada distinta.
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