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Columna
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Eros

En la Caja de Ahorros, en la calle Imagen, la galería La Caja China presentó el libro Eros. Alejaos damas reverentes con una presentación de Ignacio F. Garmendia; un ensayo sobre El logos de Eros y las topografías de la muerte, de Aurora Luque; cinco relatos cortos de Juan Antonio Rodríguez Tous, José María Conget, José Luis Rodríguez del Corral e Hipólito Navarro; varios haikus de Jesús Aguado; y dibujos de Félix de Cárdenas, Manuel Ortiz, Curro González, Ricardo Cadenas, Francisco de la Mata y Abraham Lacalle.

En la presentación del libro, Josema Rico explicó que el proyecto comenzó con la idea de organizar una exposición monográfica sobre el erotismo en la que colaboraran la imagen y la palabra. Por lo visto el título es el primer verso de un priapeo, y explicó que los priapeos son unos poemas anónimos, dedicados a Priapo, con una expresión directa y desenfadada sobre los placeres carnales, como gran parte de la poesía clásica, hacían del arte la afirmación del placer. Después opinó que en la modernidad, y en gran parte como herencia del dieciocho francés, el concepto de erotismo es menos directo, menos carnal y más intelectual. Y en la literatura -no sé cómo sería en la realidad porque los escritores eran hombres- siempre eran las mujeres las que soñaban con el amor que describían las novelas del dieciocho.

A continuación, los escritores hablaron sobre sus escritos, entre ellos José María Conget, quien comentó la importancia del secreto y la clandestinidad en la relación amorosa. Ese secreto debía incluir lo desconocido, lo que no se sabe o no se ve, porque Conget nos contó que Aldous Huxley consideraba que los que mejor entendieron la erótica fueron los victorianos que lo taparon todo. Para ilustrar lo que estaba diciendo utilizó escenas literarias que se han considerado muy eróticas, como la de Madame Bovary y León dando vueltas y vueltas en un carruaje en el que no se sabe lo que ocurre, pero del que sale una mano para dar al cochero la orden de que no pare; o la de Julien Sorel, en Rojo y Negro, cuando se enamora y se pregunta si se atrevería a cogerle la mano a su amada. En este mismo sentido se dijo que la erotización de los medios está acabando precisamente con el erotismo. Acabando con la imaginación.

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