El cambio de nombre de las carreteras de la región causa confusión entre los automovilistas

Los conductores de la capital no se orientan. Un Consejo de Ministros del pasado mes de septiembre aprobó el cambio de denominación de las carreteras para adaptarlo a la nomativa europea y poner nombre, de paso, a las nuevas vías de gran capacidad en construcción. "Se trata de hacer más comprensible la red de carreteras del Estado", según la explicación del Ministerio de Fomento. Pero la realidad, al menos por el momento, es otra: M-11, A-42 o M-23; no sólo los conductores dudan, sino también la Consejería de Transportes, que no tiene claro qué significan.

Entrada a la M-30 desde la calle de Colombia (distrito de Chamartín). Está perfectamente claro qué dirección hay que tomar para dirigirse hacia la A-42. Lo que no es tan sencillo es saber adónde lleva la A-42. La nueva nomenclatura de las carreteras, aprobada el pasado mes de septiembre por el Consejo de Ministros, ya está reflejada en los carteles de las vías madrileñas.

Los conductores están desorientados. Eduardo Fuentes tiene 77 años y conoce las carreteras de Madrid "perfectamente", pero no está contento con el cambio de señalización: "Es un lío. Creo que no hay suficiente información y las personas se desorientan, con los consiguientes riesgos de accidentes".

El Ministerio de Fomento -responsable de esta nomenclatura- asegura que se ha cambiado para adaptarla a la europea y dar cabida, además, en la señalización a los nuevos proyectos.

Pero la confusión ya está creada. Los conductores se quejan de que ya no saben hacia dónde deben dirigirse, y en las gasolineras están hartos de dar explicaciones. "Yo ni tengo el carné de conducir y la gente se pasa el día preguntando sobre las direcciones que tienen que tomar", relata Silvia Parra, que trabaja en una gasolinera de Argüelles.

El ministerio afirma que se ha tratado "de hacer más comprensible la red de carreteras aprovechando el conocimiento que el usuario tiene de ellas". Pueden referirse al hecho de que el conductor conozca ya el camino sin necesidad de consultar los carteles. "No me he dado cuenta del cambio; en realidad, me da igual como se llame", asegura Antonio Pérez, un taxista de 55 años, que, a pesar de ir habitualmente al aeropuerto de Barajas, no ha reparado en que la autopista que une la M-40 con el aeródromo ya no se llama A-10, sino algo tan poco parecido como M-11.

Autopistas de acceso

Para las autopistas de acceso a la ciudad -no las nacionales, sino las antiguas regionales-, se utiliza ahora el código de la provincia -M, en el caso de Madrid- seguido de un número de dos dígitos. La M-11 (antigua A-10) es un ejemplo. Pero hay una excepción: las radiales, que se llamarán R-2, R-3, R-4... Con las tradicionales circunvalaciones no hay problema, porque conservan el nombre (M-30, M-40...).

Carlos, de 33 años, comenta que el instinto se ha convertido en su mejor indicador para llegar a Madrid desde Vigo, su ciudad de origen: "Me he dado cuenta de que ahora las autopistas y autovías se llaman AP, lo que me lía bastante".

Las autopistas y autovías se llaman sólo A y, si son de peaje, se le añade la P. La carretera de A Coruña, la antigua N-VI, es ahora A-6. Antes se llamaba así el tramo de peaje de esta vía desde Villalba hasta Adanero (Segovia), cuya denominación actual pasa a ser AP-6. Para liarlo más, las radiales de peaje de Madrid son una excepción y no se denominarán AP-2, AP-3, sino R-2, R-3..., como antes se indicó.

Pero hay más novedades. Cuando se circula por la M-30, a la altura de Príncipe Pío, el desvío hacia la A-5 es el mismo que hacia la E-90. Igual sucede circulando por la M-30 por plaza de Castilla, donde el cartel indica que la bifurcación hacia la A-2 lo es también hacia la E-90. ¿Cuál es la explicación?

La E es la denominación para las carreteras de la Red del Estado que conectan con Portugal y Francia. Por eso en los carteles, una misma carretera se llama de dos maneras (E-90 y A-2, por ejemplo). Otro ejemplo: la E-5 sería una vía que comienza en Cádiz, en la AP-4 (autopista de peaje andaluza), sigue por Sevilla (A-4), pasa por Madrid y continúa hacia Francia con un nuevo nombre: A-1, la antigua N-I, pero también E-5. Ocurre lo mismo con la E-90, que comienza en la A-5 (antigua N-V) y continúa por la A-2 (dirección Barcelona). Así, la A-3 (antigua N-III) se llama, además, E-901.

La Consejería de Transportes no es ajena a este desconcierto. Ignoran qué son la M-22 o la M-23. "Estamos a la espera de que Fomento actualice los datos". Tampoco se han percatado del cambio de nombre de la A-10 en M-11. Pero en la página web del ministerio, www. mfom.es, tampoco hay explicaciones que despejen las dudas. En sus mapas hay vías que aún mantienen el nombre antiguo.