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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Indefensión

Valga ésta para denunciar una situación, lamentable y triste, que este abogado tuvo la oportunidad

de vivir el pasado martes, día 10 de febrero, en las dependencias de los Juzgados de Plaza de Castilla en funciones de guardia.

Si bien la labor de jueces, fiscales y demás miembros de la oficina judicial fue intachable en todo momento -idéntica respuesta hay que dar a la loable función que cumple el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid en la completa formación de compañeros que en todo momento asesoran y acompañan a las víctimas de la denominada violencia doméstica-, no es menos cierto que en mi voluntaria labor de asistir como letrado del turno de oficio, dando cumplimiento a la preciosa finalidad social que cumple nuestra profesión, a cuatro varones acusados de malos tratos y amenazas, algunas gravísimas, pude observar la situación de indefensión que padecen los menores que acompañan a las maltratadas.

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Así, los niños y niñas (algunos con señales de violencia física y todos con la psíquica clavada en la cara) tienen que estar escuchando las atrocidades que sobre sus progenitores se vierten, observan a los padres esposados antes de prestar declaración, comparten los momentos en que damos consejos técnicos a aquéllos en uso del derecho de defensa, se duermen en los pasillos esperando que las diligencias concluyan y pasan las horas sin tener acceso a alimentos.

En fin, lamentable de todo punto. Sería, por tanto, conveniente que el Decanato, el Defensor del Menor o la Institución que fuera habilitara los medios para que en estos casos, absolutamente habituales en los juzgados en funciones de guardia, existieran separación física, dependencias y personal que se encargaran de ellos.

Por último, denunciar que con la tristeza infinita que sus ojos desprendían, estamos sembrando la semilla de graves trastornos de conducta en generaciones que crecerán en el odio, el desarraigo y la falta de amor (no por parte de esas madres ejemplares y valientes).

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