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Caterina Mieras se abstiene de anunciar medidas concretas en su comparecencia en el Parlament

No ha habido periodo de gracia para la consejera de Cultura del Gobierno tripartito, Caterina Mieras. A los 52 días de la toma de posesión de su cargo, ayer, durante su comparecencia informativa ante la comisión de política cultural, la consejera recibió un ataque en toda la línea de flotación de la responsable de cultura de CiU, la diputada Carme-Laura Gil, que la acusó crispadamente de "desnacionalizar" la cultura. El departamento quiere renovar el Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana integrando las tradiciones de las casas regionales -que ahora ya no dependen de Bienestar Social como ha ocurrido en los últimos 23 años- y de la nueva inmigración. Mieras contestó a la diputad nacionalista que el 1% del presupuesto que la Generalitat ha dedicado hasta ahora está por debajo de la media española y que eso no refleja precisamente mucho amor por la cultura.

La intervención de Carme-Laura Gil puso algo de picante (la nota simpática fue la invitación de la representante de CiU a encontrar "al Carlos Núñez de la tenora") en una sesión que no desveló ningún plan concreto de actuación. Mieras se limitó a repasar las líneas maestras del programa socialista y del tripartito, ya conocidas; anunció la reorientación del Museo de Historia de Cataluña para darle rango nacional y ámbito territorial, y se comprometió a que ese velo de Penélope que es el Museo Nacional de Arte de Cataluña esté acabado antes de final de año.

La diputada de CiU deploró que Mieras "nunca usa la calificación de cultura nacional" en aras de "un paisaje híbrido, confuso, en el que la identidad colectiva se pierde" y consideró el programa cultural del nuevo Gobierno como digno "de cualquier región del Estado español, pero no de Cataluña, que es una nación". Gil criticó las declaraciones de la consejera de que la cultura es más que la lengua y se preguntó si es que a Mieras "le parece provinciano identificar lengua y cultura". Para la diputada de CiU, que la consejera hubiera contestado que no es excluyente al preguntársele si consideraba que una obra en castellano puede aspirar al Premi Nacional, significa "excluir a todos los que son fieles" al catalán "pese a tener un mercado pequeño" y advirtió a Mieras: "No juegue con las palabras porque está jugando con los sentimientos. No todo es cultura catalana. No todo es cultura nacional".

Mieras, sin contestar directamente a la diputada de CiU, manifestó: "Quien duda de mi amor a mi lengua me ofende", pasando a hablar en mallorquín, "la lengua", dijo, "de mis padres". Durante su filípica contra la consejera, Carme-Laura Gil convirtió en un auténtico casus belli el nombramiento de Ferran Bello como nuevo director del Centro de Promoción de la Cultura Popular y Tradicional Catalana. Bello "merece respeto como persona", afirmó, "pero reprobación su nombramiento, pues no hemos olvidado su acercamiento público a las tesis de Vidal-Quadras y el Foro Babel".

Maria Mercè Roca, de ERC, que en su intervención pidió la descentralización del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) y que se exija que los montajes que se presentan en la Sala Gran se puedan exportar a otros escenarios catalanes, sumó su inquietud a la indignación de CiU por el nombramiento y consideró que "hay que aclarar las cosas". Mieras pidió tiempo para que se despejen "rumores, especulaciones y malentendidos". La representante del PP consideró motivo de alegría que se desligue la lengua de la cultura. "¡Claro que sí, ya era hora de oírlo!", exclamó, tras lo cual aplaudió "la cultura sin etiquetas". La representante de ICV recalcó que "una cosa es política cultural y otra política lingüística", y englobó en la cultura catalana la música raï de Badalona y las espumas de Ferran Adrià. También salió a relucir el asunto de los papeles de Salamanca. Mieras subrayó que en campaña no es el momento de afrontar el retorno, aunque subrayó que es una de las preocupaciones de su departamento.

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