La Asamblea Nacional francesa consuma la prohibición del velo en las escuelas
El Gobierno se felicita del consenso entre izquierda y derecha en vísperas de unas elecciones
La oposición socialista y la derecha francesas apoyaron ayer masivamente la ley que prohíbe el pañuelo islámico y otros símbolos religiosos "ostensibles", durante la votación de la ley del laicismo, efectuada en la Asamblea Nacional. La clase política ha decidido cortar con la minoría de musulmanes que lleva su combate extremista a la escuela, no sólo con el velo, sino contestando la obligación de hacer deporte o de aceptar la explicación del Holocausto en el programa de historia. La votación constituye un triunfo para el presidente, Jacques Chirac, quien ha manejado hábilmente los tiempos para lograr que los socialistas apoyen una ley de la derecha en vísperas de elecciones regionales.
La ley prohibicionista recibió el voto favorable de 494 diputados, frente a 36 en contra y 31 abstenciones. La minoría centrista se negó a apoyar al Gobierno en esta ocasión, porque la ley cambia el criterio moderado adoptado por un anterior Ejecutivo de derechas, dirigido por Edouard Balladur, que en 1994 limitó la intolerancia del velo a los casos de uso con fines de reivindicación o proselitismo. Tanto Balladur como su entonces ministro de Educación, François Bayrou, hoy jefe de filas de los centristas, optaron por la abstención. El jefe de filas de los liberales, Alain Madelin, votó contra el Gobierno, pese a estar integrado en la mayoría de derechas.
La izquierda tampoco hizo una piña. Los Verdes y los comunistas se repartieron entre votos negativos y abstenciones, a diferencia del Partido Socialista, militante de la prohibición, después de que ex ministros como Laurent Fabius y Jack Lang hicieran campaña a favor. Chirac se dio cuenta de que ahí se le abría la oportunidad de obtener un consenso y la ha aprovechado a fondo. La derecha no podrá acusar a los socialistas de haber abandonado el "pacto republicano" por el laicismo, pero éstos pagan el precio de verse unidos a aquélla a menos de dos meses de unas elecciones regionales.
Frente a la incomprensión demostrada por el resto del planeta, la clase política francesa ha decidido que "laicismo" implica respetar a todas las religiones, pero que esto sólo es posible "si los hijos no se ven obligados ni influidos en la escuela a inclinarse hacia opciones religiosas distintas a las de sus padres", ha explicado a este periódico un miembro del Gobierno francés.
"Por eso, se prohíben los signos religiosos ostensibles en escuelas primarias y secundarias, cuando las edades de los alumnos les hacen permeables a influencias ajenas. Por esto, la ley no se aplicará en las universidades, donde consideramos que los estudiantes llegan con una personalidad ya formada", añade la misma persona del Ejecutivo.
En nombre de los socialistas, el diputado Jean Glavany explicó que esta ley se había convertido en "una necesidad" a la vista de los incidentes registrados en la comunidad educativa. "Los socialistas han buscado una ley emancipadora y protectora para todas las mujeres", argumentó.El portavoz de la derecha, Jacques Barrot, considera que esta norma encierra una voluntad de "apaciguamiento".
Aunque faltan trámites hasta su promulgación -paso por el Senado, publicación de la ley-, el consenso garantiza su aplicación desde septiembre, al comienzo del curso escolar 2004-2005, en las escuelas primarias y secundarias donde estudian 12 millones de alumnos. De ellos, 1.256 chicas llevan velo o pañuelo, según los servicios que dependen del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, recabados en el primer trimestre del curso: bastantes menos que los 3.000 casos con que se encontró el Gobierno de Balladur-Bayrou en 1994, lo cual contradice la idea de que el problema es ahora mucho más grave.
Otro proyecto de ley, actualmente en preparación, penalizará a quien resulte responsable de que una persona se niegue a ser atendida en un hospital por médicos o personal sanitario de sexo distinto al suyo. El Gobierno sale así al paso de los casos señalados en algunos hospitales, donde ciertas mujeres rechazan ser atendidas por un ginecólogo masculino, aunque normalmente son sus maridos los que se lo prohíben. "En este país", dice el miembro del Ejecutivo antes citado, "no puede aceptarse que alguien ponga en peligro la vida de otro o que impida asistir a personas en peligro".
Carreras truncadas
La tendencia a "restablecer el orden" en las escuelas choca con la falta de proyectos para integrar a los estudiantes que sean expulsados en aplicación de la ley. Desde 1989, en que se produjeron las tres primeras expulsiones de chicas por no retirarse el velo, el goteo de exclusiones no ha cesado. Las estadísticas son inseguras, pero se sabe que muchas de las adolescentes expulsadas de la escuela no continúan sus estudios.
A diferencia de las confesiones cristiana y judía, que han organizado escuelas propias, no hay colegios musulmanes en Francia, salvo embriones de tales. Las chicas musulmanas expulsadas sólo pueden continuar estudiando a base de cursos a distancia o con la ayuda de profesores a domicilio. Éste es el riesgo en que incurren las más de mil estudiantes que llevan el velo en el curso actual, si persisten en hacerlo a partir de septiembre.
La vida que les aguarda tras la exclusión de la escuela puede entreverse a partir de la confesión de Siham. Esta chica fue expulsada en 1990 de un colegio público, cuando tenía 15 años. Se casó a los 16, tuvo tres hijos "enseguida" y hoy, con 28 de edad, es un ama de casa y "asistente maternal" que se acuerda de cuando era la "mejor" de su clase y sigue soñando con la posibilidad de terminar el bachillerato, "saber qué más hay después de las fracciones [matemáticas]".
Sus dos hermanas aceptaron finalmente quitarse el velo y consiguieron hacer el bachillerato. Los autores de la ley aprobada ayer saben que se van a producir muchas negativas inicialmente, pero confían en que, al final, haya más chicas que actúen como las hermanas de Siham.
Pero la aplicación de la ley no se limitará a controlar la cuestión del velo o pañuelo islámicos, la kippa judía o las cruces cristianas. La prohibición de símbolos religiosos en la escuela afectará también a los estudiantes que no acepten tomar parte en las clases de educación física o deportiva, como es el caso de las alumnas que usan el velo musulmán. También se aplicará a los casos de estudiantes que contestan el contenido de ciertas clases, "por ejemplo, el programa de historia sobre el Holocausto [de los judíos] o las clases de biología sobre la reproducción humana", precisó el ministro de Educación, Luc Ferry, antes de que se votara la ley.
Ferry, inicialmente uno de los ministros menos favorables a legislar sobre este asunto, sostiene ahora que "se ha producido un aumento espectacular de incidentes racistas y antisemitas en los últimos tres años", y asegura que es frecuente que ciertos alumnos (musulmanes, evidentemente) repitan los temas antisemitas escuchados previamente a través de las televisiones árabes que se reciben vía satélite. Las autoridades francesas se han planteado prohibir la recepción de la señal de Al Manar, una televisión vinculada a Hezbolá.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.