Sorprendentes aplausos para la comedia romántica americana 'Before Sunset'
Richard Linklater dirige, nueve años después, la segunda parte de 'Before Sunrise'
Mientras media platea luchaba contra el tedio, la otra mitad seguía absorta la proyección de la comedia romántica Before Sunset, segunda parte de la que hace nueve años ofreció el mismo director, Richard Linklater, con los mismos actores, Julie Delpy y Ethan Hawke. No fueron éstas las únicas estrellas del día. Por fin apareció Renée Zellweger, la protagonista de Cold mountain, que inauguró el festival hace seis jornadas, y mañana lo hará su compañero de reparto Jude Law. Pero la estrella oficial ha sido el director Fernando Solanas, a quien el festival le ha otorgado un Oso de Honor como premio a "su coraje en analizar la realidad social y política de Argentina".
Contentos de cómo les quedó Before Sunrise, aquella historieta amorosa entre un estudiante norteamericano y una chica francesa que coincidían en un tren camino de Viena, y que se enamoraban y se separaban en el día, los mismos autores ofrecen ahora Before Sunset, un nuevo encuentro de la parejita, esta vez en París, donde ella reside y adonde él va a presentar la novela que ha escrito precisamente sobre aquel encuentro, al parecer inolvidable para ellos. Aprovechando que él dispone de unas horas antes de tomar el avión de regreso, se pasean por París mientras hablan y hablan de sus cosas: que si ella no fue a la cita que habían acordado, que si el matrimonio es esto o aquello, que si Dios existe o no, que si la naturaleza, la astrología, el budismo, las ONG, alguna referencia al comunismo (ella tiene un gato que se llama Che) y, naturalmente, sobre qué es el amor. Aún les queda un rato para que ella cante una cancioncita y él se la quede mirando embobado. Fin. Pero no hay que ponerse tristes: puede que dentro de unos años nos ofrezcan una nueva entrega. Ésta de ahora es, desde luego, valiente, al mantenerse sólo con un diálogo de 80 minutos. En la proyección de prensa hubo bastantes aplausos. Gustos para todo. Esto del cine es cada vez más misterioso.
Como misteriosa es La samaritana, en la que el coreano Kim Ki-Duk ha abandonado su habitual regusto por la violencia, aunque no su tristeza. La samaritana cuenta cómo dos escolares se dedican a la prostitución. Mientras una de ellas presta los servicios, la otra controla los ingresos para un soñado viaje a Europa. La primera se tira por una ventana al sentirse acosada por la policía y, tras su muerte, la otra vuelve a citar a los clientes conocidos para acostarse con ellos y devolverles el dinero que entregaron a su amiga. Una forma de lavar su honor. Pero también el padre de la chica superviviente quiere lavar el honor de ésta y persigue a los clientes para castigarlos.
Dice el director que la película trata del perdón y de la tolerancia y que no es una obra moralista porque "la moral es una convención social". El realizador de, entre otras, La isla y Dirección
desconocida, presente o premiado repetidas veces en festivales, ha dividido su historia en tres partes: la primera lleva el nombre de una famosa prostituta que convertía al budismo a sus clientes; la segunda, el de la samaritana de la Biblia; la tercera, el de un coche popular en Corea del Sur, en el que el padre abandona finalmente a su hija tras hablarle místicamente de los milagros de Jesucristo, la Virgen o Teresa de Calcuta. La intención de Kim Ki-Duk es la de representar el deseo que todos tenemos de que nos ocurran milagros. La chica tiene el de recuperar a su amiga muerta, y el padre el de que su hija vuelva a ser virgen. Hubo desconcierto en la sala, y no resultó extraño que los admiradores del autor no vivieran el festín cinematográfico que habían esperado.
La tercera película del día, Feux
rouges, francesa de Cédric Kahn, basada en una novela de Georges Simenon, cuenta que un matrimonio (Carole Bouquet y el excelente Jean-Pierre Darrousin) inicia sus vacaciones. Él ha bebido y conduce peligrosamente, sin prestar atención a las noticias sobre la fuga de un delincuente. El matrimonio discute, y ella decide seguir en tren. Él la busca desesperadamente y se topa con el asesino. A partir de ese momento toda su vida se vuelve del revés. Un entretenido cuento moral de Simenon adaptado al cine con eficacia pero sin brillantez, a juzgar por el gélido silencio de la sala, que más bien parecía producto de la indiferencia.
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