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La misteriosa desaparición del candidato Ribkin

El Kremlin guarda silencio; la fiscalía cierra una investigación una hora después de abrirla

¿Qué ha sido de Iván Ribkin, el candidato a la presidencia por Rusia Liberal, el partido financiado por el magnate Borís Berezovski? Esta pregunta estaba ayer en boca de todo el mundillo de la política rusa, que especulaba con diversas hipótesis; la principal era la del secuestro, que podría haber sido organizado por los servicios secretos, el mismo Berezovski o simplemente por mafiosos. Los más pesimistas recuerdan que dos copresidentes de Rusia Liberal -Serguéi Yushenkov y Serguéi Golovliov- murieron asesinados.

Los que tratan de implicar a los servicios secretos son los enemigos del actual régimen; ante todo, los partidarios de Berezovski, el multimillonario ruso que se vio obligado a escapar de Rusia, donde hay contra él una orden de búsqueda y captura, y exiliarse después en el Reino Unido. La razón serían las críticas que éste y Ribkin lanzan contra el presidente Vladímir Putin.

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Antes de su desaparición el jueves, Ribkin publicó en el diario Kommersant una carta abierta en la que acusaba a Putin, entre otras cosas, de haber construido su poder sobre la sangre y de estar implicado en grandes negocios que harían del actual presidente "el principal oligarca de Rusia".

Los partidarios de Putin y enemigos acérrimos de Berezovski, culpan al propio magnate de estar detrás de la desaparición de su candidato presidencial. El motivo para semejante acción es, desde el punto de vista de quienes defienden esta teoría, muy simple: desacreditar a Putin y echarle la culpa al presidente o a sus allegados de haber organizado el secuestro, para acusarle de dictador y antidemocrático.

La teoría del secuestro por grupos mafiosos no necesita de excesivos comentario: es algo bastante común en Rusia cuando hay mucho dinero de por medio, y como Berezovski financia la campaña de Rusia Liberal, nadie duda de que Ribkin maneja millones.

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Pero además de estas posibilidades pesimistas, hay quienes piensan que todo puede reducirse a una aventura amorosa -como la que protagonizó Borís Yeltsin a finales de los años ochenta- y que Ribkin ha estado pasándolo bien estos días. Por último, algunos no excluyen que el político sufra de la enfermedad rusa más difundida: el alcoholismo. Sin embargo, quienes le conocen descartan las dos últimas variantes: Ribkin, dicen, no es de los hombres que desaparecen con una mujer en momentos de tanta importancia.

No hay que olvidar que el viernes tenía que dar una conferencia de prensa clave y que no se presentó ante la Comisión Electoral Central ni para retirar su credencial de candidato presidencial ni para participar en el sorteo de los espacios televisivos gratis para la publicidad electoral. Por último, nunca se ha sabido que Ribkin beba asiduamente.

Ribkin, de 57 años, aseguraba últimamente que todos sus pasos eran vigilados, tanto en Rusia como en el extranjero, y que incluso conocía por sus caras a algunos de los que le seguían. Al mismo tiempo, el día de su desaparición comentó a la socióloga Olga Kish-tanóvskaya que comprendía la atención de que era objeto, ya que debido a los cargos que había ocupado, había tenido acceso a secretos de Estado. Ribkin fue presidente de la primera Duma Estatal (cámara de los Diputados) y secretario del Consejo de Seguridad en tiempos de Yeltsin.

Asombra la actitud de las autoridades rusas, que no muestran alarma por la desaparición del político. Una fiscalía del distrito primero abrió una causa criminal al respecto, pero una hora más tarde la instancia superior la cerró; por la tarde un alto oficial de la policía aseguró, en condiciones de anonimato, que "Ribkin está vivo", aunque no dijo dónde ni en qué estado se encuentra. Mientras tanto, el Kremlin y el Gobierno guardan silencio.

Además de Ribkin y Putin, compiten en las elecciones que se celebran el 14 de marzo el diputado comunista Nikolái Jaritónov, experto en agricultura que tiene el grado de coronel de los servicios secretos; el ex boxeador y flamante legislador por el ultranacionalista partido Liberal Democrático Oleg Malishkin; el economista nacionalista Serguéi Gláziev, que encabeza el grupo parlamentario Ródina; y el presidente de la Cámara Alta Serguéi Mirónov, amigo de Putin que figura para el caso de que todos los otros rivales dimitan como candidatos. Entre los siete aspirantes hay una sola mujer: la dirigente de la Unión de Fuerzas de Derecha Irina Hakamada, hija de un antiguo dirigente comunista japonés que vivió un tiempo en la Unión Soviética.

Iván Ribkin (izquierda) y Borís Berezovski, en una foto de archivo.

/ REUTERS
Iván Ribkin (izquierda) y Borís Berezovski, en una foto de archivo. / REUTERS

El último rastro

Albina, la mujer de Iván Ribkin, denunció el domingo la desaparición de su marido, del que no sabe nada desde el jueves. Ayer explicó que cuando ella regresó a su domicilio eran las once de la noche (hora local), y que se encontró la casa vacía. El correo había sido recogido y la chaqueta de Ribkin se hallaba tirada en una de las habitaciones, por lo que deduce que su marido había regresado antes de volver a salir por causas que aún se desconocen.

"Creo que estaba en casa y alguien le telefoneó convocándole urgentemente a una cita. Ese encuentro debía de ser corto porque él no me llamó ni me dejó una nota de aviso".

La policía rusa registró ayer la casa y las oficinas del candidato sin encontrar señales o pistas que pudieran explicar el misterio de su desaparición. La propia policía desmintió la afirmación de un diputado de la Duma que había asegurado que Ribkin se encontraba con vida en un balneario de la capital. Dicho balneario también desmintió la información.

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