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LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

Una veintena de redes se disputan el negocio

Miembros de las fuerzas del orden cobran cien euros por permitir zarpar cada patera

En el Sáhara actúan una veintena de redes que se disputan ferozmente el tráfico de inmigrantes hacia Canarias. Cada una de ellas actúa bajo la protección de un sector de las fuerzas del orden, según han relatado a EL PAÍS personas relacionadas hasta hace poco con esas mafias. Por cada patera que zarpa hacia las islas, los padrinos de estos grupos se embolsan una media de mil dirhams (unos cien euros).

"¡Ése, el del Land Rover 110 de color blanco!". El individuo al que señala el informante es un oficial de las Fuerzas Auxiliares. "¡Ése es uno de los padrinos de los traficantes! Las pateras no salen hasta que él les da permiso. Les dice: 'Os dejo libre esta playa desde las ocho hasta las doce de la noche'. Y envía a los tres vehículos que dirige a vigilar otros lugares de la costa. En teoría, él se queda controlando la playa desde la que va a zarpar la patera. En realidad, se aleja de allí cuatro o cinco kilómetros y abre el capó de su vehículo. Así, si otras fuerzas detienen la embarcación y le echan en cara que ha zarpado de su zona, tiene una disculpa: 'Mirad', les explica, 'se me averió el coche en medio del desierto y estaba a varios kilómetros, arreglándolo".

Los dos ex traficantes, que han accedido a revelar a EL PAÍS el funcionamiento de las mafias que se dedican a la inmigración irregular, afirman que en el Sáhara actúan al menos veinte redes, y que cada una tiene un padrino entre las autoridades: "Están implicados jefes de las Fuerzas Auxiliares, de la Gendarmería Real, de la Policía Judicial y de la Marina. Y las redes operan en la zona que controla cada uno de ellos".

Las autoridades presuntamente implicadas no están relacionadas entre sí. En ocasiones el valedor de una mafia intercepta a una partida apadrinada por otro miembro de las fuerzas del orden: "Entonces pueden suceder dos cosas: que les cobre un soborno, con lo que los mafiosos habrán tenido que pagar dos veces, o que, si no puede ocultar la detención porque ha habido testigos, se vea obligado a detenerlos. Fue lo que ocurrió hace dos semanas con una lancha cargada con gente de Bangladesh que se averió cerca de la playa. En estos casos, los traficantes suelen ser condenados a penas de entre cuatro y seis meses de prisión".

Beneficios para todos

Las mafias compiten entre sí para controlar una mayor porción del negocio de la inmigración, y algunas autoridades hacen lo propio para incrementar su porcentaje de sobornos. Esto provoca que ciertas unidades de las fuerzas del orden se esfuercen por cazar a los traficantes que son apoyados por otras.

En ocasiones, cuando las cosas se ponen feas, el patrón obliga a sus pasajeros a saltar por la borda. "Sólo ha ocurrido cuando los inmigrantes son negros. A los marroquíes no les hacen eso", matiza uno de los confidentes: "A los negros los engañan a veces, y los sueltan en una playa situada a pocos kilómetros del punto de partida. En 1999 un grupo de ellos entró en Tarfaya pidiendo trabajo. ¡Creían que habían llegado a Fuerteventura!", se ríe.

La costa desde la que zarpan las pateras mide cien kilómetros de longitud y está situada en una zona fuertemente militarizada. "¿Cree usted que si las autoridades quisieran no detendrían todas las embarcaciones?", razona uno de los confidentes. "¡Naturalmente que sí! Lo que ocurre es que, de una forma u otra, todos sacan partido del negocio: los mafiosos de Rabat y Casablanca, los carpinteros de Dajla y Bojador, los traficantes de aquí y los jefes de las fuerzas del orden implicados. Al final, resulta que las pateras son una fuente de riqueza para el Sáhara".

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