Donaciones paternas
Ahora resulta que el problema del acceso a la vivienda de los jóvenes es que nuestros padres tienen reparos para donarnos esos cinco millones de pesetas que les sobran en el banco porque se les pone el tema en un pico con los impuestos.
Cuando se lo he dicho a mis padres y a los padres de mis amigos se han puesto muy contentos, pero al ir al banco a realizar la transferencia resulta que sus saldos sólo alcanzaban para ayudarnos con el colchón y algún mueble de Ikea. Uno de mis amigos, cuyo padre si tenía cinco millones (el único), fue al banco a pedir la hipóteca y les comunicó, no sin cierto orgullo, que no había problema, que su padre tenía cinco millones; pero nada, no coló. Parece que el encadenado de contratos-basura es un lastre financiero que no se borra ni por esas. Lo intento, les juro que intento entenderlo, pero me temo que quien se lanzó a ser ministra de Cultura sin saber quién es Saramago se ha lanzado a ser presidenta de una Comunidad Autónoma, la nuestra, sin cerebro.
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