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Reportaje:ARCO 2004

Ailanto: las geometrías gemelas

Los gemelos vascos Iñaki y Aitor Muñoz son un caso singular dentro de la última generación de la moda española, tanto por el hecho mismo de que ambos decidieran implicarse en la profesión del diseño de ropa como porque su trabajo arrancó con una notable y casi unánime aceptación de público y crítica. Al poco tiempo de darse a conocer, sus piezas, fácilmente reconocibles, comenzaron a aparecer en los editoriales de moda. Primero en las más rompedoras y alternativas, y luego en las más estandarizadas. Actualmente siguen siendo apreciados en todas, y se les ve como un despunte serio y contundente.

Iñaki y Aitor pasaron brevemente por la Pasarela Cibeles dentro del espacio para los jóvenes y de ahí se marcharon al Salón Gaudí, donde fueron recibidos con generosidad y donde han ratificado su voluntad de modernidad a toda costa. Para ser exactos, de una latente y no discordante neomodernidad (un subestilo que en moda no acaba de ser reconocido por los gurús internacionales, pero que se hace presente en el horizonte estético de última hornada) que encuentra su inspiración directa en las artes aplicadas y las manufacturas de la década de los sesenta. Y también, de sus grandes modistas punteros.

En las piezas de Ailanto se encuentran claramente expuestas las influencias bien asimiladas de Emilio Pucci, Paco Rabanne y Courreges. Para ser exactos, habría que incluir aquí también al primer Yves Saint-Laurent, el que vestía por entonces sólo para el cine a la Deneuve con las geometrías menos barrocas de entonces. Porque con esas geometrías estrictas, también se puede llegar a una especie de barroquismo aparentemente presentado como síntesis. Si en un momento los trajes recordaban a los cuadros de Delaunay o Kupka otras veces parecían alicatados californianos. La génesis es la misma: el geometrismo constructivo soportado sobre líneas simples, casi siempre rectas o de suave diagonal.

Aitor e Iñaki crean una ilusión casi óptica de que todos los trajes se parecen entre sí, pero a la vez todos son muy distintos. Esto obedece a un uso vertical de los recursos formales (distribución del color, complejidad del patronaje, asociación material) y a una voluntad de estilo. Los cimientos de un estilo propio son el secreto del éxito en el lenguaje de la moda actual y de siempre, la distinción de una voz a través de la expresión más personal, y Ailanto, poco a poco, en su breve recorrido por las pasarelas y la aventura comercial de sus productos, ha dejado de circunscribirse a la plástica decorativa de la pieza para entrar en su génesis constructiva. Son serios, y tienen los pies en la tierra, tal como evoca el ailanto, árbol oriental legendario, metáfora de metas altas y de ascensión vertical de las ideas.

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