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Reportaje:

Otro Anoeta, sólo para once

La Real Sociedad propone al Ayuntamiento ampliar el aforo de su estadio y construir cuatro torres

Mikel Ormazabal

Al calor de la racha triunfal de la Real Sociedad -segunda en la última Liga, equipo Champions y cinco victorias seguidas en estos momentos-, sus mandatarios presentan hoy en sociedad un macroproyecto para la ampliación del actual estadio de Anoeta. No satisfecho con las ventajas de que goza, el club donostiarra como casi único beneficiario de este moderno equipamiento polideportivo de propiedad municipal, pretende reducirlo a un lujoso campo de fútbol donde sólo podrían lucirse sus jugadores.

La operación ideada por la Real Sociedad consiste en derribar los actuales graderíos (32.000 asientos) y eliminar las pistas de atletismo. En su lugar, quiere construir unas tribunas con capacidad para 42.000 espectadores y levantar cuatro torres, una en cada córner del futuro GipuzkoArena, como ha sido denominado el ambicioso proyecto realista.

Una de las torres albergaría un hotel; las tres restantes, oficinas y comercios

Una de las torres, de 17 plantas, albergaría un hotel; las tres restantes, de 12 alturas, estarían reservadas a oficinas y usos comerciales que actualmente no existen. Estas edificaciones sumarían 68.000 metros cuadrados a la superficie actual. Para ello, el Ayuntamiento tendría que modificar el Plan General de la ciudad. El plan prevé además un aparcamiento subterráneo de 500 plazas. Todas las localidades quedarían bajo una cubierta soportada por las cuatro torres.

El GipuzkoArena costaría 96 millones de euros -el Kursaal costó 60 millones y el Guggenheim, 84 millones-. El alcalde donostiarra, Odón Elorza, asegura que el consistorio no pondrá un solo céntimo. En principio, la Real financiaría la inversión en solitario, pero podría obtener a cambio la cesión de los nuevos negocios comerciales que se creen en el recinto. Con todas las cautelas del mundo, Elorza quiere asegurarse de que la operación es jurídicamente viable. Ampliar el estadio supondría ocupar espacios que hoy son de uso público y recalificarlos como terciarios.

A comienzos de los 90, el club txuriurdin, después reconvertido en sociedad anónima, ya resultó notablemente beneficiado cuando se construyó el estadio de Anoeta. Abonó solamente tres millones de pesetas (menos del 10% del coste total) y logró cerrar un convenio por el que se convertía casi en usuario único de este equipamiento municipal. La Real ha sellado el estadio a cal y canto e incumplido un acuerdo que le obligaba a permitir la celebración de otros acontecimientos. Desde su inauguración en agosto de 1993, en Anoeta sólo se han celebrado nueve pruebas de atletismo y un puñado de actos diversos, como el homenaje al industrial Julio Iglesias Zamora, secuestrado por ETA, un acto de Senideak, un concierto de Pink Floyd y un recital del Orfeón Donostiarra.

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Con GipuzkoArena, la Real se asegura quedarse en exclusiva con un recinto que fue concebido como una instalación polideportiva y, de paso, podría aspirar ante la UEFA a albergar una final europea de fútbol. También la Real fue beneficiaria de una fuerte inyección económica con cargo a los presupuestos de la Diputación, que unos días antes de las pasadas elecciones de mayo concedió una subvención de nueve millones de euros para la ampliación de las instalaciones de Zubieta.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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