Sin solución aparente
Tiene razones el alcalde para estar muy preocupado por la congestión del tráfico, un problema que parece imposible de resolver, a pesar de las distintas alternativas que se están planteando desde el Ayuntamiento.
Los parquímetros, el cierre de algunas calles del centro, la reimplantación de los bordillos y, ahora, el estudio de las paradas de taxis son algunas iniciativas que reflejan las inquietudes municipales, pero que no aportan soluciones definitivas.
Los problemas de la carga y descarga, la omnipresente doble fila, las innumerables obras y, especialmente, la anarquía de los conductores han situado el nivel circulatorio al borde del caos.
Está bien que se tomen medidas que alivien, en parte, el problema, pero mientras no tomemos conciencia los madrileños de que éste es un problema en cuya resolución deberíamos implicarnos todos directamente, respetando las normas y utilizando los transportes públicos cuando no resulte imprescindible nuestro propio coche, difícilmente podrá mejorar una situación para la que no existen soluciones milagrosas pero que podría mejorar sensiblemente con una decidida y voluntaria colaboración ciudadana.
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