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Reportaje:

25 años para reconocerse

Una exposición recorre la historia emocional de España desde 1978 a través de objetos, imágenes y sonidos

Pedro Almodóvar nunca habría podido rodar una película como La ley del deseo (1987) si no se hubiese instaurado la democracia en España en 1975. Sin La ley del deseo, probablemente, el director manchego nunca habría filmado Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), y sin esta película quizá nunca hubiese existido Todo sobre mi madre (1999). Y sin esta cinta, Almodóvar nunca habría recibido el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Nunca esa estatuilla dorada se hubiese podido mostrar al público como se está haciendo estos días en la exposición Mano a mano. La Constitución de la España democrática, organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, el Ministerio de Educación y la Fundación Arte Viva.

Como la estatuilla del Oscar recibida por Almodóvar, también están en la muestra la raqueta con la que Álex Corretja ganó la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Sidney en 2000, o el maillot amarillo con el que entró en París, como ganador del Tour, Miguel Induráin en 1999; o el equipo que vistió el año pasado para subirse a su coche Fernando Alonso. "Porque todos estos objetos deben mucho a la Constitución. Sin ella, probablemente, nunca hubiesen ocurrido estos acontecimientos, y sin ellos estos objetos no tendrían sentido", afirma Eloy Martínez, director ejecutivo de la Fundación Arte Viva. Ninguno de sus dueños puso la mínima pega para prestar a esta exposición sus objetos. "Ni medio segundo tardaron en aceptar", señala Martínez.

La muestra es un recorrido por la historia emocional de España desde 1978 -año en el que se proclamó la Constitución- hasta 2003. Objetos, imágenes, sonidos, ideas. Es un viaje cercano, lleno de recuerdos que traen a la cabeza de los visitantes hitos históricos para España, pero también momentos cotidianos de estos 25 años.

Ahí está el original donde se escribieron las instrucciones de cómo debía introducirse la papeleta en la urna en las primeras elecciones de 1977, dos muñecas Nancy, el documento del Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, más de 2.500 portadas de periódicos y revistas desde 1978, unos apuntes sobre la decons-trucción de la cocina escrito por Ferran Adrià, el arco y la flecha con los que se inauguraron los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992...

Pero también hay imágenes. Y corresponden a 48 escenas completas de 48 películas tan diferentes como Mi vida sin mí (2002), de Isabel Coixet; Asignatura pendiente (1997), de José Luis Garci, o Tierra (1996), de Julio Medem. "Al elegir escenas de estas películas buscábamos la interacción con el público, que a todo el mundo pudiese decirle algo. Por eso las hemos seleccionado en base a muchas razones: por haber sido muy taquilleras, por haber tenido mucha proyección internacional, por su calidad cinematográfica", explica Eloy Martínez.

Para ver estas escenas los organizadores han dispuesto unos comodísimos sillones-tumbonas azules desde donde los visitantes ven las cintas tumbados boca arriba. Con una intención: "Que se relajen, que se olviden de todo y que gracias a esas escenas se trasladen a aquella época en la que las vieron por primera vez". Cuenta Eloy Martínez que no es raro observar cómo muchos visitantes se desternillan de risa viendo aquella famosa escena, que ya habían olvidado, en la que el personaje interpretado por María Barranco en Mujeres al borde de un ataque de nervios le dice a Carmen Maura cómo ha acogido sin saberlo, durante cuatro días, a cuatro terroristas chiitas.

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Música y fotografía

También está la música de estos 25 años para oírla tumbado. Cada visitante puede seleccionar la que quiere (desde Jarcha al grupo Amaral). Y las fotografías. A lo largo del recorrido, los espectadores pueden ver hasta 350 retratos distintos de todos estos años proyectados en una pantalla y en movimiento.

"Queremos llegar a todo el mundo a través de un lenguaje moderno, audiovisual",

señala el director ejecutivo de la Fundación Arte Viva. En esta muestra cada uno se organiza como quiere, cada uno construye su propia exposición, ve y oye las escenas y la música que más le apetecen.

La exposición también ha querido recoger el legado artístico de estos años. Hay obras de Tàpies, de Barceló, de Saura o de Antonio López. Son 17 pinturas, 4 esculturas y 9 fotografías artísticas. Una de ellas es el retrato que la fotógrafa Ouka Lele hizo a la Cibeles de Madrid. "Muchos visitantes se acuerdan del día en el que Ouka Lele sacó la foto porque, con el todo el montaje que necesitó para hacerla, paralizó el tráfico que hay alrededor de la plaza de Cibeles", cuenta Martínez.

Para terminar o para empezar, los que se acerquen a la muestra pueden ver seis documentales basados en los cinco conceptos fundamentales definidos en el preámbulo de la Constitución: libertad, diversidad cultural, convivencia democrática, proyección internacional y desarrollo económico y social.

Mano a mano. La Constitución de la España democrática. Hasta el 22 de febrero. Centro Cultural de la Villa (plaza de Colón, s/n). De martes a domingo, de 10.00 a 21.00. Entrada libre.

Enseñar a ver la obra artística

La muestra Mano a mano: la Constitución de la España democrática está pensada para que todos los públicos puedan sentirse parte de ella. También los escolares. Los responsables de la Fundación Arte Viva, institución que ha montado esta exposición, explican que el programa didáctico no es un mero complemento de la muestra, sino una parte fundamental de ella. Cada día se acercan al Centro Cultural de la Villa, en la plaza de Colón, tres grupos de alumnos de distintos colegios de la ciudad, entre los 5 y los 18 años.

A través de la metodología de pensamiento visual, desarrollada por esta fundación con la colaboración del Museo MOMA de Nueva York, los alumnos aprenden a descubrir el significado de las obras de arte a través de preguntas.

Un grupo de alumnos está arremolinado delante del cuadro Madrid-París-Madrid, de Eduardo Arroyo. Una monitora de la exposición pregunta a los chicos: "¿Por qué creéis que el señor del cuadro tiene una escalera? ¿Por qué está vestido de negro? ¿Creéis que está triste?". Y así los niños van desmenuzando el significado del cuadro sin darse cuenta hasta llegar a la conclusión final. Aunque sea la suya.

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