La tragedia une a los kurdos
Los atentados de Erbil refuerzan la voluntad federalista en la zona
Erbil está de luto. La capital kurda se llenó ayer de banderolas negras y de esquelas con los nombres de los 78 muertos que, según el recuento final de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), causaron los ataques suicidas contra sus sedes el día anterior. Los dirigentes de ambos grupos, aliados de EE UU aunque rivales entre sí, aseguraron que la agresión reforzaba su unidad. En un nuevo desafío a la autoridad que comparten en esta región autónoma, varios desconocidos dispararon ayer contra el hospital de Emergency, una ONG italiana que recibió a gran parte de los heridos del domingo.
"Ha sido un ataque contra nosotros", exclama incrédulo Mario Ninno, el coordinador médico, tras ser informado de que el vehículo agresor llevaba 20 minutos dando vueltas alrededor del centro. "Es la primera vez que nos ocurre algo así, ni siquiera en el Afganistán de los talibanes fuimos agredidos de esta manera", se duele. Y con motivo. Su hospital es el mejor dotado de Erbil, Hawer para los kurdos, y a él trasladaron a 100 de las víctimas del día anterior. "De ellas, 25 llegaron muertos y de los 75 restantes, siguen ingresados 45", informa. Todos son hombres, porque la política sigue siendo cosa de hombres en esta parte del mundo y hombres eran quienes habían acudido a las sedes de la UPK y del PDK para felicitar a sus dirigentes por la Fiesta del Sacrificio.
Chato Jader Nagmmddeea no podía andar cuando llegó. En realidad, no recuerda cómo lo hizo. "Entré en el edificio del partido, cuyo vestíbulo estaba a rebosar, y apenas había dado el primer paso cuando vi la bola de fuego y caí al suelo", relata en inglés este maduro militante de la UPK. "Cuando abrí los ojos, estaba aquí, no sentí nada. La explosión fue muy fuerte". Tiene la cara brillante por la pomada que cubre sus quemaduras, y piernas y brazos vendados por las heridas.
Unas camas más allá, el policía Karwan yace postrado con un brazo en cabestrillo, la nariz rota y el omoplato fracturado. Fue alcanzado en el edificio del PDK. "Mi hermano es uno de los responsables del partido y fui a presentar mis respetos por el Aid [Fiesta del Sacrificio]", explica. "Me había sentado al lado del señor Saad, el número dos del partido, que ahora está muerto", prosigue. Pero ni siquiera perdió el conocimiento."Esto sólo puede ser obra de terroristas árabes, de Ansar al Islam o de algún otro grupo", apunta Nagmmddeea, el militante de la UPK, antes de subrayar que "este accidente va a unir aún más a UPK y PDK".
Más unidad
Es lo mismo que han declarado los líderes de ambos partidos, Yalal Talabani y Masud Barzani, respectivamente. Ninguno de ellos se encontraba en Erbil en el momento del atentado, pero ayer intercambiaron mensajes de condolencia. "Estos actos terroristas van contra la unidad de nuestras administraciones y no debemos permitir que debiliten nuestra lucha", escribió Barzani. "Debemos trabajar con más ahínco hacia la unidad de nuestro Gobierno para vivir en un Irak democrático y federal", señaló Talabani.
Y ahí, en la idea de federalismo, o más bien de un Estado confederal, que es a lo que aspiran los kurdos, es donde radica el problema de su relación con la mayoría árabe de Irak. Los kurdos son un 20% de los 25 millones de iraquíes, pero acostumbrados a una virtual independencia desde 1991, no están dispuestos a renunciar a una pizca de autonomía. La UPK y el PDK ayudaron a EE UU a acabar con el dictador.
Algunos de los heridos entrevistados apuntan a ciudadanos árabes como responsables de los ataques. Los suicidas que forrados de explosivos entraron en ambas sedes iban vestidos de clérigos musulmanes, según la televisión kurda. "Dudo de que hayan sido árabes; para entrar en los partidos sin despertar sospechas tenían que ser kurdos", manifiesta un observador norteamericano que no entiende cómo pudieron dejar pasar a los visitantes sin cachearlos por mucho que fuera la Fiesta del Sacrificio. "No fue una decisión de los guardas, sino de arriba", añade.
Los familiares de las víctimas mortales, que habían enterrado a sus seres queridos a primera hora, formaron una larga fila ante la mezquita de Sawaf para recibir condolencias. Hubo 45 muertos en la sede del PDK y 33 en la de la UPK, según portavoces de esas formaciones, que perdieron a varios altos cargos. Sin embargo, fuentes militares norteamericanas cifraron en 67 el número de muertos y en 267 los heridos.
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