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Análisis:COYUNTURA NACIONAL
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Bien, pero insuficiente (II)

Poco a poco vamos conociendo los indicadores del último mes o trimestre del pasado año, lo que nos permite ir haciendo un balance de la evolución de nuestra economía en ese periodo. Hace dos semanas fue el madrugador IPC y ahora le ha tocado el turno a la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre. La principal característica que destaca de nuestro mercado de trabajo es su dinamismo. La oferta de trabajo, es decir, la población activa, volvió a crecer por cuarto año consecutivo por encima del 2%, concretamente un 2,6% en media anual. Este ritmo superó holgadamente al de la población en edad de trabajar (un 0,6%), lo que se tradujo en un aumento de la tasa de actividad del grupo de edad de 16 a 64 años desde el 67,5% en 2002 al 68,9% en 2003. Rápidamente nos vamos acercando a la media de la UE, que se habrá situado en este último año unos 2,5 puntos porcentuales (pp) por encima de la española. Hace cinco años la diferencia ascendía a unos 7 pp. Básicamente, este rápido aumento de la población activa se explica, por un lado, por el fenómeno de la inmigración y, por otro, por la imparable incorporación de la mujer al mercado de trabajo.

Una de las reformas que deben abordarse, sin tabúes y sin demora, es la del mercado laboral

Lógicamente, el fuerte aumento de la oferta de trabajo se basa en el de la demanda, es decir, en la capacidad de la economía española para crear empleo, aunque también se produce la relación inversa: la gran oferta de trabajo a un coste barato y en condiciones de gran flexibilidad posibilita la creación de negocios y de empleo que sin estas características no se crearían. La contrapartida es la precariedad y la baja calidad de estos empleos: la tasa de temporalidad alcanzó al 30,6% de los asalariados, apenas cuatro décimas menos que en el año anterior. Pero pensemos que una economía como la española, que crece en estos momentos en torno al 2,5%, difícilmente podría crear empleo a un ritmo del 2,6% (la tasa de aumento medio anual de los ocupados según la EPA) si estos empleos fueran de elevada calidad, con contrato indefinido y altamente protegidos frente a la coyuntura económica de las empresas. No es que tengamos que renunciar a aumentar la calidad del empleo que se crea, pero sin flexibilidad sería imposible hacer frente al gran reto de dar trabajo a todos los españoles que quieren trabajar, a los que anualmente se vienen añadiendo varios cientos de miles de inmigrantes. El problema es que la sociedad española sólo parece aceptar, y de mal grado, la flexibilidad para los jóvenes, mujeres e inmigrantes, lo que crea una segmentación del mercado de trabajo injusta, ineficiente y nefasta para el aumento de la productividad y la mejora del capital humano. Una de las reformas más importantes que se deben abordar, sin tabúes y sin demoras, es la del dislocado mercado de trabajo actual. De ella depende, entre otros factores, que España pueda afrontar con éxito los retos que plantea el fenómeno de la globalización.

El fuerte aumento de la población activa explica otra de las grandes paradojas de la economía española: a pesar del notable aumento del empleo, la tasa de paro apenas baja y sigue anclada por encima del 11%, unos 3 pp más que la media de la UE. Para reducirla significativamente hace falta que el potencial de crecimiento de la economía española aumente al menos al 4% desde el 3% actual, lo que, además de una coyuntura propicia, requiere, de nuevo, profundizar en las reformas. Éste es el espíritu que debe animar al nuevo Gobierno que se forme tras las próximas elecciones.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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