_
_
_
_
CRISIS EN EL GOBIERNO CATALÁN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El desdoblamiento

Ni el más sagaz estratega electoral del PP hubiese ideado una maniobra tan brillante como la entrevista clandestina -el secreto de Polichinela para los servicios de información españoles o franceses- mantenida por Carod con representantes de ETA en el sur de Francia durante el primer fin de semana de enero. La noticia periodística fue confirmada por el propio interesado: el conseller en cap del Gobierno catalán -en funciones de presidente de la Generalitat por ausencia de Maragall durante esos días- cruzó la frontera pirenaica para hablar con dos destacados dirigentes -Albizu y Urrutikoetxea- de la banda terrorista. Según el comunicado difundido el lunes por el presidente de la Generalitat, Carod aceptó "una invitación de ETA" -respuesta a una previa solicitud suya cursada hace tres años- y fue "conducido" desde el lugar de la cita inicial "hasta una localización indeterminada"; el traslado a ciegas de la segunda autoridad del Gobierno catalán por el territorio francés de la mano de sus anfitriones terroristas es una estampa humillante y esperpéntica que atenta a la dignidad de las instituciones representadas por el viajero.

Más información
Maragall fuerza a Carod a dejar el Gobierno

Aun lamentando de labios hacia afuera los perjuicios indirectos causados por la filtración de ese encuentro, Carod alega que el interlocutor de ETA no fue en realidad el conseller en cap del Gobierno tripartito sino el secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), un desdoblamiento todavía más prodigioso que el milagro de la bilocación. En sus declaraciones de ayer y anteayer, el demediado dirigente siguió en sus trece ("¿cómo no íbamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos para salvar vidas humanas?") y ratificó el propósito de seguir en el Gobierno ("¿cómo voy a dimitir por defender una situación de paz?"). La incapacidad para aprender de la experiencia y la seguridad adanista de inaugurar el mundo condenan a la gente obcecada, torpe o ingenua a repetir las equivocaciones ajenas. No sólo las conversaciones con ETA mantenidas públicamente en Argel (1989) y Suiza (1999) por representantes de los Gobiernos del PSOE y del PP -con la aprobación y bajo el control de las fuerzas parlamentarias- enseñaron que la banda terrorista utiliza la consigna del diálogo político como un señuelo para dividir a los demócratas y poder seguir matando; los trágicos resultados de la falsa tregua unilateral declarada por ETA en 1998 seguramente han convencido al nuevo presidente del PNV, Josu Jon Imaz, de que la vía judicial es el único camino adecuado para terminar con el terrorismo

El presidente de la Generalitat aclaró anteayer que no comparte "ni la iniciativa ni el planteamiento político" que subyacen a la entrevista de Carod, cuya actuación "no responde a un mandato del Gobierno ni se corresponde con la política del Consejo Ejecutivo". Sin embargo, la sanción aplicada inicialmente por Maragall a la deslealtad personal e institucional de Carod (la retirada de las competencias en materia de supervisión de las relaciones exteriores) fue algo así como el suave coscorrón dado por un maestro bonachón a un niño travieso que ha prendido fuego al colegio sólo por el gusto de oír crepitar las llamas. La firme y valiente declaración posterior de Zapatero -que pidió a Maragall el cese de Carod-Rovira- no consiguió su objetivo de manera inmediata (abandonará el Gobierno cuando formalice su anunciada candidatura al Congreso de los Diputados) pero logró su destitución como conseller en cap.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_