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Reportaje:CONGRESO INTERNACIONAL DE VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

La memoria contra el terror

150 víctimas de atentados cuentan el drama de su lucha contra el olvido y el silencio

"Tal vez no estemos tan bien organizados como los terroristas, pero una vez organizados seremos más potentes". Lo dijo ayer una de las 150 víctimas del terrorismo llegadas de todo el mundo -Colombia, Irlanda, Israel, EE UU, Argelia, España- para reunirse, por primera vez, bajo un mismo techo. En ese lugar compartieron sus dramas padres sin hijos, mujeres solas, huérfanos... Una víctima del terror, de 28 años, llegó en silla de ruedas empujado por su mujer, de 22.

Por encima del dolor, a todos les alentaba la férrea voluntad para luchar contra el silencio ("nuestro peor enemigo"), aunque alguna víctima quiso permanecer en el anonimato.

Los dramas que ayer salieron a la luz fueron contados con una entereza envidiable y con gran concisión. "A todos nos ha cambiado la vida, pero cada uno tenemos un relato que mantiene a las víctimas en el recuerdo, sólo uniéndonos podemos decirle al mundo que luchemos contra el terrorismo", señaló el jefe de bomberos de Nueva York durante el 11-S. Lo que sigue es sólo una muestra de la lucha de las víctimas contra el olvido y el silencio.

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COLOMBIA - Elberth Rodríguez

"Me llamo Claudia, soy la mujer de Elberth y tengo 22 años. Mi esposo era hasta hace poco un hombre completo. Ahora estudio Medicina para mejorar las condiciones de vida de todos". Su marido, teniente del Ejército colombiano, tiene 28 años. Se casaron hace dos años y medio. Viven en Bogotá. En marzo del año pasado, en la región de Montes de María, cuando el ejército intentaba neutralizar las acciones de las FARC le estalló una mina. "Me cercenó las piernas, un brazo, un ojo y me perforó los tímpanos. Conmigo cayó otro soldado, de 23 años, que se quedó ciego".

¿Cuando se dio cuenta del alcance de la tragedia? "Desde el primer momento. Fue inmediato. Yo me morí. Lo que pasó es que alguien me preguntó: 'Os queréis ir o queréis quedaros'. En ese momento se me pasó la vida por delante, la familia, mis amigos, el ejército, mi país... y pensé que no podía dejarles solos". Estudia Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas y colabora en ayudar a otros soldados en parecida situación. Ante todos los congresistas pidió al mundo que apoye la causa del Estado colombiano. "No con aplausos o banderitas, sino con un apoyo certero para acabar con los bandidos. Colombia llora, pero no se rinde".

ISRAEL - Patrick Arnold

Su intervención no estaba prevista, pero le dejaron hablar. Subió al atril y relató con gran precisión su tragedia: "Estoy entre vosotros por unos hechos tremendamente sencillos. Ocurrió una tarde calurosa de agosto de 2001, durante las vacaciones escolares. Un bomba hace saltar por los aires una pizzería en el centro de Jerusalem, donde vivimos. Mi mujer y mis hijos perdieron el habla. El atentado suicida, cuyas razones no deben interesarnos en absoluto, mató a mi hija, una de las 15 víctimas. Su funeral fue un asunto discreto a pesar de la mucha gente que acudió. Aquel silencio ha sido la nota predominante en mí desde entonces. Nuestra casa, desde entonces es silenciosa, no me avergüenza decirlo. Y hoy siento ese silencio. Al hacer esto hablo por mis compatriotas. 1000 familias israelíes pueden decir lo mismo. Por supuesto necesitamos ayuda para seguir adelante, salir del peligro que ha puesto al revés nuestras vidas, y para que nuestra hija no caiga en el olvido".

EE UU - Joseph Pfeifer

Era el jefe de bomberos de Nueva York cuando ocurrió el atentado contra las Torres Gemelas, el 11-S. No sólo es un testigo directo, también perdió a un familiar en aquel atentado. No quiso subir al atril. Se quedó sentado en la mesa, como el colombiano Rodríguez al que no le quedaba más remedio.

"Si no podemos estar todos de pie", dijo, "quizás podamos estar todos unidos sentados". Y comenzó: "A las 8.46 de la mañana estaba a dos manzanas de las Torres Gemelas y vi cómo cambió el mundo al chocar el primer avión. Me acerqué, el vestíbulo había reventado. A los 17 minutos vino el segundo choque. Durante unos segundos nos miramos a los ojos, preguntándonos si merecía la pena correr el riesgo de ir a rescatar a la gente. Y los bomberos decidieron acudir. Fue el acto más puro de valentía, de amor al prójimo. Al teniente de bomberos le ordené que subiera sólo hasta el piso 68º. Miró a sus compañeros, cogió sus herramientas y subió. Es la última vez que vi a ese hermano. Se derrumbó la torre y los escombros invadieron el vestíbulo. No imaginábamos hasta qué punto se nos acababa el tiempo. El capellán suplicaba que se quedaran a salvo todos. Cuando fui hacia él ya no tenía pulso. Era un día resplandeciente de sol, pero se tornó negro. Vivimos los momentos más oscuros de nuestro mundo. Pero había una luz de esperanza: la silueta de los bomberos rescatando gente".

IRLANDA - Michael Gallagher

En 1984 el IRA provisional asesinó a su hermano. En 1998 el IRA auténtico mató a su hijo en el atentado en Omagh. "Es un pueblo a 70 millas al oeste de Belfast en el que viven y trabajan juntos católicos y protestantes. En una tarde preciosa de 1998 mujeres y niños andaban por la calle. Mi hijo había bajado al centro a comprarse unos vaqueros. Un coche bomba aparcó y murieron 28 personas, muchas de ellas niños. Han pasado cinco años y no ha comparecido nadie ante la justicia. Hay que hacer esto: escuchar a las víctimas. A las víctimas de España les diría que no sigan nuestro camino, que no permita el goteo de muertos".

ESPAÑA - Pedro Mari Baglietto

"A mi hermano Ramón le mató en 1980 la misma persona a quién él había salvado la vida dieciocho años antes. Entonces, Ramón vio a una mujer con dos niños, uno en la mano, otro en el brazo. El de la mano fue tras una pelota y venía un camión, su madre le siguió. Murieron. Pero mi hermano logró quitarle el niño que llevaba en los brazos. Era Cándido Azpiazu, que luego le asesinó en Azkoitia. Lo importante es cómo la mente de ese niño es manipulada, quién le ha dicho que Ramón es su enemigo. También se da otra circunstancia: el dirigente de ETA militar entonces era Eugenio Etxebeste, Antxon. Su abuela era hermana de mi padre. Es decir, el autor material fue el niño, el intelectual, su propio primo".

Joseph Pfeifer (izquierda) y Saida Benhabyles, durante su intervención ayer en el Congreso sobre Víctimas del Terrorismo, en Madrid.
Joseph Pfeifer (izquierda) y Saida Benhabyles, durante su intervención ayer en el Congreso sobre Víctimas del Terrorismo, en Madrid.LUIS MAGÁN

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