El mercadillo ilegal de las Glòries se extiende pese a la presión policial
La presión policial persiste, pero el mercadillo ilegal de la plaza de las Glòries de Barcelona también. Centenares de vendedores, en su mayoría inmigrantes, acuden todos los lunes, miércoles, viernes y sábados, días en los que el mercado de Bellcaire (los Encantes) tiene actividad, al interior del tambor dispuestos a vender por cuatro chavos todo tipo de mercancía que sacan de la basura. Desde hace unas semanas, el mercadillo se ha extendido y ocupa también el estrecho pasillo para peatones que queda entre las obras del tranvía y el tráfico rodado, e incluso más allá, baja desde la parada del metro por la acera de la calle de Àlaba.
"Esto es el cuento de nunca acabar", reconocía un agente de la Guardia Urbana que participó en un operativo que se monta casi todos los días para acabar con el fenómeno. La secuencia siempre es la misma. A primera hora llegan los vendedores, a media mañana interviene la policía y entonces se produce la gran estampida: los vendedores salen disparados dejando la mercancía tirada en el suelo de la plaza, mientras decenas de personas se lanzan a por ella. Si momentos antes unos vaqueros costaban tres euros, ahora son gratis, porque hasta que haga aparición la brigada de limpieza -a veces horas más tarde-, el mercadillo sigue ahí, aunque sin vendedores.
Este mercado ilegal se convirtió en habitual alrededor del año 2000. Entonces pasó del Bosquet dels Encants, junto al Teatre Nacional, al centro del anillo viario, de donde ya no se ha movido.
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