De los ecos árabes de Jane Birkin al 'soul' de Justin Timberlake
El bilbaíno Fito y sus Fitipaldis continúa en el Divino Aqualung con dos conciertos
Fue la musa de los sesenta. Con los sensuales susurros de Je T'Aime... moi non plus, elevó la temperatura de los muchachos que salieron del parisiense mayo del 68. Eternamente joven, Jane Birkin, la británica más afrancesada, presenta esta noche Arabesque, un disco que acerca las canciones de su Serge Gainsbourg a los sonidos árabes. Toda una leyenda que contrasta con un recién llegado Justin Timberlake a punto de convertirse en el nuevo rey del pop. La de Evan Dando, sin los Lemonheads, y la repetición de Fito y Fitipaldis son otras de las actuaciones interesantes.
- Sensualidad y candor. En directo no es una gran cantante, pero suple esa carencia con el encanto que desprende. Más cerca de cumplir los sesenta, Jane Birkin es todo un fenómeno casi cuatro décadas después de escandalizar al mundo con los tórridos gemidos de Je t'aime... moi non plus que grabara en 1969. La mítica canción la había hecho su compañero sentimental, Serge Gainsbourg, a su anterior pareja, Brigitte Bardot, otro mito erótico de los sesenta, pero Birkin se empeñó en grabarla ella antes de que lo hiciera la otra.
El resultado fue demoledor, las feroces críticas de la sociedad bienpensante, Vaticano incluido, se convirtieron en la mejor campaña de publicidad y los explícitos jadeos de Birkin dieron la vuelta al mundo. Ha llevado con mucha dignidad durante todos estos años ser presa de una canción tan determinante que ha oscurecido el resto de su discografía.
Actriz, antes que cantante, Birkin sigue hermosa y seductora con un delicado disco, Arabesque, que presenta hoy en Madrid, y donde traslada muchas de las canciones que hizo el desaparecido Gainsbourg para ella, a los sonidos árabes gracias a la ayuda del violinista argelino Djamel Benyelles, del grupo Djam & Fam. Con Arabesque, donde no incluye la famosa Je T´Aime..., se ha recuperado lo mejor de Birkin, esa mezcla explosiva de sensualidad y candor que le ha llevado a mostrar su obra desde Palestina a Nueva York después de grabarlo en directo en el Teatro de los Campos Elíseos de París, la ciudad que la acogió en los sesenta tras abandonar su Londres natal.
- Intolerancia y bizarría. Frente a la delicadeza de Birkin, suena bizarra la apuesta de Justin Timberlake, que recoge los parámetros más manidos del soul blanco para cantarle al amor adolescente y a las hamburguesas (suyo es el éxito I'm lovin' it, que ilustra un conocido anuncio de una multinacional cadena de restaurantes de comida rápida). Procede de *NSYNC, uno de los últimos grupos de mayor éxito entre las jóvenes, así que no se ha tardado en comparar su violenta irrupción en solitario a la que vivió Robbie Williams tras dejar Take That. Considerado por la revista People como uno de los solteros más deseados del mundo -se le empareja ahora con Cameron Díaz después de dar calabazas a Britney Spears-, su debú discográfico Justified le ha convertido en el nuevo rey del pop y ha hecho que no quede ni una entrada para el concierto que le va a tener por primera vez en Madrid.
Más natural y sin montajes ajenos a la música, el bilbaíno Fito y sus Fitipaldis vuelve al Divino Aqualung a terminar los dos conciertos que se vio obligado a alargar por el éxito de los ofrecidos este último fin de semana.
El que sí podrá actuar a sus anchas es el bostoniano Evan Dando. El ex cantante y líder de Lemonheads, uno de los grupos fundamentales de los noventa, presenta su primera obra en solitario, Baby, I'm Bored, donde refleja su gusto por la canción americana de los setenta.
- Letras, melodías, raíces. Las de Javier Krahe son letras que juegan con el doble sentido y el humor; las de Javier Ruibal, poemas envueltos en melodías que trasportan al norte de África, a Andalucía y al Caribe; las de La Frontera, piezas de rock and roll certero y con actitud; las de Andy Chango, divertidas y desinhibidas; Tontxu apela a la sensibilidad, igual que Merche Corisco o Josep Ramón Maestu. Todos estos artistas muestran la variedad que puede encontrarse a lo largo de una semana por los bares de Madrid, y abunda en la necesidad que hay de mantenerlos a costa de lo que sea.
También hay jazz, con apuestas tan serias como la de la banda del baterista Larry Martín, o el cuarteto del saxofonista Pedro Iturralde; más rock con Los Peces, el grupo de Santi, que tocaba la batería en Amaral; ironía con Racalmuto, la banda que amenizó la entrega de los Goya de hace un año cuando el mundo del cine español entonó un rotundo "No a la guerra", y hasta música japonesa con Yoshie Sakai.
Hurta Cordel es el festival que durante toda la semana lleva la música improvisada a La Casa Encendida, por donde, además de proyecciones y exposiciones, pasan artistas como la violinista alemana Ute Völker o el director estadounidense Butch Morris, que dirigirá una orquesta multitudinaria formada para la ocasión.
La cuota sentimental se da esta semana en el Cardamomo, el club flamenco de la calle de Echegaray, que homenajea a Simo, uno de los animadores de la sala al que le aqueja una dolorosa enfermedad. Diego El Cigala, Las Negris, Ramón El Portugués, Los Chunguitos, Antonio Carbonell, Echegaray Street Band o Paquete son algunos de los artistas que van a actuar esa noche y recaudar dinero para el amigo que pasa ahora por el mal trago.
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